Sin Perdón
Las X del Caso Koldo: Tellado, Feijóo, Trump y Franco
«Los socialistas tienen una concepción patrimonial del Estado. Consideran que es suyo y asaltan la Administración»
No hay que darle más vueltas, porque la X que dirigía la repugnante trama no era una única persona. Tras leer el diario gubernamental y otros medios palmeros de Sánchez y ver la televisión pública convertida en el canal temático del PSOE, queda claro que era un cuarteto formado por Tellado, Feijóo, Trump y Franco. Estos dos últimos es para dar algo de color al escándalo. Es posible encontrar otros personajes que permitirían exonerar a Koldo, Ábalos, Armengol y el resto de los dirigentes socialistas que en ministerios y autonomías contrataron alegremente con los comisionistas. No creo que podamos encontrar un escándalo de corrupción masivo y enriquecimiento ilícito como el que se vivió durante la pandemia protagonizado por amigos y compinches del socialismo. Por ello, la ofensiva contra Tellado y Feijóo es una burda operación que confirma la desesperación en el Gobierno. Cada día que pasa surgen nuevos «amigos» de la trama que son ministros o altos cargos. No hay duda de que quién tiene un amigo tiene un tesoro como se ha podido comprobar.
La relación de empresas que intermediaron durante la pandemia para traer mascarillas y otros productos sanitarios muestra el voluntario descontrol que organizó el gobierno progresista de Sánchez. Una horda de aprovechados irrumpió a la búsqueda del botín con el beneplácito de quienes tenían que preservar los bienes públicos. En cualquier crisis siempre hay desaprensivos dispuestos a enriquecerse con el dolor ajeno. Por supuesto, lo primero que hicieron tras conseguir esos millones de euros fue actuar como una colección de horteras nuevos ricos. Es curiosa, también, la afinidad de muchos con el PSOE o el socialismo catalán. La sociedad quería pasar página y se olvidó de la actuación de esa colección de piratas de la peor calaña, como Koldo y sus colegas, que obtuvieron ganancias desproporcionadas en su intermediación para conseguir mascarillas y el resto de los productos sanitarios que eran imprescindibles para salvar vidas. La historia siempre se repite con el PSOE.
Tras ganar la moción de censura, Sánchez pretendía enarbolar la bandera de la ejemplaridad, aunque es difícil olvidar las cloacas del socialismo español. La izquierda política y mediática fue imprescindible en esa campaña, porque siempre funciona estigmatizar al PP. El bien que proteger era Sánchez, ya que les resulta enormemente rentable a los conseguidores, los visitadores de La Moncloa y la red clientelar de amigos del socialismo. Unos fueron premiados con altos cargos, empresas públicas o chollos para las productoras de televisión. Otros han recibido buenos contratos y subvenciones, como sucedió con la pandemia, o esperan tener su parte en el pastel de la inversión en Defensa. Los socialistas tienen una concepción patrimonial del Estado, ya que consideran que es suyo y asaltan la Administración sin ningún rubor. No hay más que esperar a ver en qué se convierte esa absurda e innecesaria empresa tecnológica que quieren organizar dotándola con 20.000 millones de euros. Otra agencia de colocación, control de empresas para que sirvan al PSOE y el despilfarro público. ¿Por qué no existe algo similar en los países más avanzados y dinámicos del mundo en ese terreno? Ni siquiera al pijo progre de Biden se le ocurriría un despropósito tan monumental.
España es un país extraño donde algunos políticos de izquierda y sus aliados entienden que el Estado de Derecho tiene que estar a su servicio, la separación de poderes es una excentricidad y la Administración tiene que ser el brazo armado de sus políticas partidistas. No sucede en la Unión Europea, el Reino Unido o los Estados Unidos. Es absurdo denominar el escándalo de Koldo, porque afecta a una parte importante de las figuras políticas más relevantes del sanchismo. En esos países hubieran dimitido los afectados en la adjudicación irregular de esos contratos y ningún medio de comunicación compraría la basurilla sobre la participación de Tellado, Feijóo y el PP. Es lo que nos hace, desgraciadamente, diferentes. Los medios de comunicación de izquierdas en Estados Unidos estarían exigiendo dimisiones y la convocatoria de elecciones anticipadas. Es una cuestión de ética y coherencia, porque es lo que hacían aquí tanto el diario gubernamental, así como muchos periódicos y radios contra Rajoy y su gobierno por mucho menos. ¿Qué hubiera sucedido si Koldo, Ábalos y Armengol fueran del PP? La respuesta es muy evidente. Pablo Iglesias y sus acólitas, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz llamarían a la movilización para llenar las calles con manifestantes en contra de un gobierno que había favorecido la corrupción y los desproporcionados enriquecimientos de sus amigotes. La presión mediática, como sucedió con la manipulada sentencia de la Gürtel, sería insoportable y el PNV se sumaría a una moción de censura. Es bueno recordar la atroz campaña que sufrieron Paco Camps y Rita Barberá, aunque como eran del PP había que destruirlos. Centenares de portadas, aunque luego resultó que eran inocentes. Cuando se trata de acabar con dirigentes populares nunca se pide perdón.
La amnistía es otra muestra de la incoherencia de la política española. No hay parangón, una vez más, en la UE de políticos que sean capaces de mentir con tamaña desfachatez. No importa, porque son socialistas y tienen un pase de libre circulación que les permite modificar el Código Penal al servicio de los delincuentes y aprobar unos indultos que producen repugnancia a cualquier demócrata. Ahora quieren que no se investiguen delitos tan graves como el terrorismo o la malversación, porque hay que mantener a Sánchez en La Moncloa. Una vez más, estoy convencido de que todo es culpa de Tellado, Feijóo, el trumpismo y el franquismo. Sánchez tiene que incluir a Koldo y sus compinches en la amnistía.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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