Paloma Pedrero

Ablación

140 millones de mujeres sufren hoy las consecuencias de la mutilación total o parcial de sus órganos genitales. 30 millones de niñas están en riesgo de ser heridas para toda su vida. Porque la ablación además de arrebatar a la mujer su derecho al goce sexual, produce graves enfermedades que, en algunos casos, acaban en muerte. Matar el cuerpo, matar la vida. ¿Por qué? Dicen que son ritos ancestrales que parten de miedos. Miedo, por ejemplo, a que la mujer no pueda parir y criar; si supera la ablación demostrará su fortaleza. Algunos lideres de comunidades africanas utilizan argumentos como que el clítoris puede matar al niño o dificultar el alumbramiento. Puestos a delirar dicen también que puede crecer y colgar entre las piernas, lo que quedaría tremendamente "feo". ¿De dónde viene esa necesidad del varón de dominar a la mujer, de hacerla sentirse inferior hasta el mutismo? Dicen que el clítoris es el pene de la hembra, ¿tal vez cercenándoselo deje de amenazar tanta perplejidad masculina? No, el clítoris no es el pequeño pene de la mujer. Ese cuerpecillo eréctil que tenemos nosotras es un órgano de placer único, superior, independiente de los órganos reproductivos. Y funciona de una forma distinta al pene. No se cansa, ni se derrumba, no tiene limites de tiempo, ni necesita de la fantasía, y proporciona una intensidad mayor.

Las costumbres sanguinarias llegan a nuestros países también. Vienen los de otros mundos, con sus navajas, y nosotros no actuamos con firmeza ante esa brutalidad. Mientras el dialogo y la evolución consigan transformar a los individuos, hay que exigir a todos los gobiernos leyes inexorables. Hay que acabar con la barbarie que intenta destruir a la mujer. Y su inmensa fortaleza.