Iñaki Zaragüeta

¿Alguien pretende el caos?

Alguien intenta distorsionar el mandato de las urnas y no está dispuesto a aceptar el veredicto de la mayoría absoluta para el PP. Si partimos de la base de que es imposible que el Gobierno esté haciendo todo mal, hay que encontrar una explicación a tanta protesta. En principio, la responsabilidad hay que otorgársela a la experta en la algarada callejera, las manifestaciones y las huelgas: la izquierda. Es conocida aquella frase «si no ganamos en las urnas...».

He visto demasiados acontecimientos como para imputar a la casualidad las revueltas al unísono de jueces, fiscales, médicos, rectores, profesores de colegios públicos... Todos partidarios de recortes para otros pero no para ellos. La ley del embudo llevada al extremo. ¿Por qué los magistrados pedían hace un año tasas para la Justicia y ahora, cuando se instauran, se sublevan? ¿Cómo se explica el rechazo a la gestión privada de la Sanidad cuando los hospitales que actualmente se rigen por ella funcionan perfectamente? ¿Acaso en ellos no se trata correctamente a los enfermos? ¿No obtienen igual o mejores notas los colegios concertados que los públicos? No es razonable que se pretendan mantener las estructuras públicas mientras las familias y las empresas privadas han hechos sus deberes y se han apretado el cinturón.

Contemplado el escenario, es digna de análisis la reflexión de mi amigo Rogelio. El objetivo no se centra sólo en reivindicar, sino en perseguir cierto caos. Si la rebelión generalizada sólo defendiera derechos, se tendrían en cuenta consecuencias como el deterioro de la marca España en el exterior.

Ayer, sin ir más lejos, en Valencia, un miembro de la Intersindical de funcionarios, orientación izquierda, explicó su negativa a firmar un acuerdo con el Gobierno de la Generalitat «la solución es buena, pero por estética no la apoyamos. Lo haremos en tres o cuatro meses, no a los cinco días de haberse suprimido la paga extra de Navidad». Así es la vida.