Política

Alfonso Merlos

Aquelarres...¡Al diablo!

Aquelarres...¡Al diablo!
Aquelarres...¡Al diablo!larazon

No señores. Ni siquiera con ETA acabada, juzgada por la historia, descuartizada y hecha picadillo en el vomitivo baúl de los crímenes más perversos de la historia de la humanidad cabe homenaje alguno a estos verdugos. No bajó el imperio de la ley. No en el marco de una democracia digna como para defender a las víctimas de las peores atrocidades. Y así hay que leer la decisión de prohibir otro repugnante aquelarre.

Es un asunto que no admite discusión alguna. En el que los jueces deben simplemente aplicar la ley, sin interpretaciones suicidas o indecorosas (¡ay Pedraz!). Ante el que las fuerzas de seguridad del Estado deben permanecer alertas, porque esta cuadrilla de indeseables no va a cesar en su empeño de defender y rendir tributo a lo que no son más que despojos.

Pero es ahora, probablemente más que nunca, cuando especialmente en guardia debe comparecer el Estado de derecho frente a los que pretenden escribir un relato sin vencedores ni vencidos, con unos matarifes erigidos en héroes, con unos caídos en nombre de España y la libertad a los que se pretende mancillar impunemente: sus nombres, sus familias, su memoria, su patriotismo, su ejemplo.

Ya pueden titubear patéticamente los socialistas, ya pueden propalar las soflamas insultantes que gusten los señoritos del PNV, la Constitución y el cuerpo legislativo que de ella emana está para cumplirse. En su espíritu y en su letra. Y nadie con afán de justicia, con el objetivo de alcanzar una paz verdadera y auténtica puede tolerar que estos hijos de Satanás campen por sus respetos fin de semana sí fin de semana también. Tenemos de nuestro lado la razón, la moral y otra serie de armas y bagajes que estos mal nacidos desconocen. ¿O no?