Escritores

Argentina

La Razón
La RazónLa Razón

Se llama Fati. Tiene rasgos de indita y es la más vasca del mundo. Su padre lo era. Su padre le dijo que lo era. Le dio su apellido y le contó que la quería porque era de su sangre. Ella nunca lo dudó. Es más, se sintió hija, muy hija, como sintió a su hermano hijo de su mismo padre y madre. Se llama Óscar. Es músico, uno de los mejores guitarristas de su país. Fati descubrió un día que era adoptada. Tenía treinta años cuando se lo dijeron. En realidad, Fati sospechaba. Mamá, cuándo nací, cómo, a qué hora, te dolió mucho. De qué signo del Zodíaco soy. Óscar tuvo claro de dónde venía. Un día se llevaron a su padre y se lo devolvieron marchito. Le pegaron, le torturaron, le hicieron una vida perra por ser zurdo. A Fati la cosa le salió más o menos, sin estridencias, sin lujos. Era una niña querida. Lisandro era el mayor de cinco. Fue siempre Kamchatka su vida. De un sitio a otro, huyendo, cambiando de cole. A Óscar, además, le secuestraron a su hermano y nunca regresó. Al sufrimiento de su papá, habrá que sumarle esa ausencia eterna. Nunca más supo de él. Fati creció sin saber, hasta que un día le contaron que era adoptada. Y a los diez años la llamaron para decirle que quizá su mamá y su papá biológicos no decidieron libremente abandonarla. Óscar dejó en el camino a papá y a su hermano al inicio. Fati se encuentra ahora con una carretera infernal. La que le provocó una llamada del gobierno argentino para decirle que quizá era otra de esas niñas robadas entregadas al régimen. Y Lisandro piensa. Reproduce esa cosa que nos cuesta desde aquí entender. La dictadura argentina. Es tan reciente que pretendemos juzgar pero, ay. Ay, los populistas. Algún día nos sentaremos a darnos cuenta y se nos caerá la mierda de mundo encima.