Carlos Rodríguez Braun
Argentina y otros
Decía «The Economist» ayer que no es probable que haya una crisis generalizada en los emergentes. Puede ser. Lo que ya es más difícil es que los problemas de mi Argentina natal hayan quedado zanjados. Todo indica que el respiro actual post –devaluatorio será temporal, porque la demanda de dólares continuará, así como la reducción de las reservas del banco central. Según el economista argentino José Luis Espert, «el deterioro es inexorable, porque el Gobierno desconoce que hay un problema fiscal. Está muy convencido de que el gasto público genera crecimiento». Además (o más bien a causa) de esta fantasía keynesiana, la inflación anualizada de los últimos tres meses es del 60%. Vienen curvas.
En el resto de emergentes, el «tapering» de la Reserva Federal, tímido de momento, llevó a subidas de tipos y a mensajes de las autoridades de que apoyarán a sus divisas en Turquía, la India, Brasil y Sudáfrica. Pero el crecimiento en EE UU, en línea con lo esperado –y gracias al sector privado, como apuntó insidioso «The Wall Street Journal»–, no sugiere frenos en la desaceleración de los estímulos de Bernanke, a quien ahora llaman algunos «maestro», sin recordar que era lo mismo que decían de Greenspan.
Sea como fuere, es de temer que la volatilidad en los mercados de divisas continúe, porque la intervención de los Gobiernos en los mismos atesora una larga historia de fracasos, y porque ante el crecimiento débil previsto para Europa y Japón, nadie pronostica que mejore sustancialmente en los emergentes. El FMI rebajó sus previsiones y auguró tensiones y turbulencias en América Latina. Sin que sirva de precedente, esta vez puede acertar.
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