Cataluña

Armar la gorda

En su inexorable huida hacia ninguna parte, el presidente catalán, Artur Mas, se pasa el santo día inventando cosas que consigan encandilar a los ciudadanos de su comunidad. La última genialidad es la de hacerle la competencia a la Lotería de Navidad con un sorteo autóctono que se celebraría al finalizar el año, mientras la de toda la vida seguirá inaugurando las fiestas navideñas con el viejo y entrañable sonido de los niños de San Ildefonso. El presidente de la Generalitat, que por lo visto ha tomado la decisión de morir (políticamente) matando, no se conforma con haber montado la gorda políticamente, hasta el punto de poner a Cataluña al borde de una fractura social que, como dijo Felipe González, puede tardar decenios en soldar, sino que ahora se dispone a armar otra gorda con la lotería sabiendo, como muy bien sabe, que está metiendo el dedo en una llaga que rompe con una tradición de España, incluida Cataluña, desde los tiempos de Carlos III. Seguro que va a ser muy interesante saber lo que gastan los catalanes en cada uno de los sorteos, sobre todo en aquellas administraciones emblemáticas como la Bruja de Oro en la localidad leridana de Sort, y otras muchas que durante decenios han sido auténticos talismanes para quienes llevan años soñando con ganar el Gordo de Navidad y tomarse la vida de otra manera. Mas, que cada vez que abre la boca envía centenares de votos de CiU a Esquerra, ha decidido que además de armar la gorda con su deriva secesionista, quiere competir con Loterías del Estado montando un sorteo de raíces inventadas, como toda su parafernalia, con el nombre de «la Grossa de Cap d'Any» y unos premios de chiste comparados con el Gordo de toda la vida, pero con la intención de dar un paso más en su delirio independentista.