Cástor Díaz Barrado

Arriesgada profesión

Los profesionales de los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en la defensa de los sistemas democráticos y siempre, de un modo u otro, ponen límites al poder. Los periodistas son necesarios en la sociedad y, más aún, en la sociedad contemporánea, en la que los resortes del poder son más sutiles y muchas veces da la impresión, como un espejismo, de que se goza de la libertad que, a la postre, resulta inexistente. Pero hay dos situaciones, al menos, en las que los periodistas se arriesgan de manera especial, estando en peligro sus propias vidas y su libertad. Cumplir las labores de información en un régimen no democrático y carente de libertades tiene sus riesgos si se quiere ofrecer una información que sea lo más objetiva posible y, sobre todo, veraz y, asimismo, informar y dar a conocer la realidad de lo que sucede durante el desarrollo de un conflicto armado se constituye, sin duda, en una de las tareas más peligrosas a las que se enfrentan, en la actualidad, los periodistas. La liberación del periodista español Marc Marginedas, después de haber sufrido seis meses de secuestro en Siria, es una excelente noticia y pone de relieve que, en ocasiones, estas situaciones pueden tener un final feliz. Infortunadamente no siempre es así y la realidad es que la sociedad internacional no dispone de medios para evitar que las consecuencias de los conflictos armados castiguen, de modo particular, a los periodistas y que esta profesión se convierta, en ocasiones, en algo extremadamente peligroso. El Derecho Internacional Humanitario debe evolucionar y sacar todas las consecuencias de la situación especial en la que se encuentran los periodistas en los sistemas no democráticos y en los conflictos armados. Hay que inyectar dosis de derechos humanos en esas situaciones. Los periodistas deben ser concebidos como un grupo especialmente vulnerable en estos casos y gozar, por lo tanto, de una especial protección. Ninguna de las partes en un conflicto debe poner en riesgo la vida de los periodistas. Sin embargo, todo hace pensar que la sociedad internacional no camina siempre en esta dirección. En los últimos años se observa una tendencia hacia la instauración de sistemas democráticos en muchos de los estados del planeta y en la propia sociedad internacional. Este objetivo no debe convertirse en una ilusión. Ahora más que nunca necesitamos, en la sociedad internacional, que los periodistas contribuyan a lograrlo, pero para ello precisan estar protegidos. La inalcanzable verdad se aproxima y se perfila en quienes tienen por oficio esta arriesgada profesión.