Restringido

Asedio a la ciudad de los papas

Aviñón es una pequeña ciudad de la Provenza francesa regada por el Ródano, que fue sede papal entre 1309 y 1377 y da nombre a un prestigioso festival de teatro, probablemente el mejor, aseguran los expertos, lo que la convierte durante el mes de julio en un centro cosmopolita con terrazas llenas de gente protegida con gafas de sol, que bebe vino con desgana, come boullabesa –hasta allí llega la suavidad de la Côte d'Azur– y habla, claro está, discretamente. Una delicia. Pues esa ciudad culta y con estilo, donde los anticuarios se llevarían hasta el último dintel (lo que no es antiguo es porque venía en la maleta de un inmigrante), ha sido sacudida por un terremoto cuyas consecuencias las sabremos hoy mismo: el Frente Nacional de Marine Le Pen, el partido de extrema derecha y xenófobo, al que votan –como dirían las élites– los horteras, ganó las elecciones municipales el pasado domingo. Estamos a la espera de si en la segunda vuelta de hoy puede repetir. Mientras, el director del festival, Olivier Py, ha anunciado que de ganar el FN se llevaría el certamen fuera de las murallas papales porque se ve incapaz de sentarse en la misma mesa que un alcalde que echaría a los gitanos rumanos que rodean con sus campamentos la ciudad. Lo que nadie acaba de explicarse es cómo es posible que una ciudad que ha dado cobijo a un festival que tiene setenta años de historia acabe votando al nacional-populismo de Le Pen (nadie se pone de acuerdo en la etiqueta; otros hablan de «derecha revolucionaria», incluso de «izquierda reaccionaria»). Las élites están ofendidas y, por lo que vemos, responden con una ofensa: no sois dignos de nuestro saber. Conclusión: es más fácil que Molière hiciese mejor persona a Luis XIV (al que le divertían mucho sus obras) que educar al pueblo, que cuando tuvo que hablar rodaron cabezas.