César Vidal
Así es el partido demócrata
En España existe la costumbre, no siempre inocente, de identificar al partido demócrata norteamericano con la izquierda y al republicano con la derecha. Semejante visión no se corresponde con la realidad. El partido republicano es de derechas, pero también lo es el demócrata. Cualquiera que se haya molestado en ver el debate para la nominación del candidato demócrata lo ha podido comprobar con creces. De los cinco aspirantes, sólo Hillary Clinton y Bernie Sanders resultaron interesantes. La primera se definió como progresista y el segundo incluso como socialista democrático, pero bastó escucharlos para darse cuenta del contenido que tienen esas palabras en Estados Unidos. Ambos apelaron de manera expresa a las clases medias. Hillary Clinton incluso concluyó su discurso de despedida prometiendo a la gente de la clase media que si trabajan duro podrán ver cómo su vida mejora. Se diga lo que se diga, semejante mensaje se parece al de la izquierda española –y si me apuran al de buena parte de la derecha– como un huevo a una castaña. Pero es que Sanders no es mucho más radical. Su discurso insiste en que tiene que existir un sistema de sanidad universal, en que son necesarias más becas en las universidades estatales y en que el uno por ciento más acaudalado de la nación tiene que pagar más impuestos porque no es posible que las clases medias sigan soportando la mayor parte de la carga impositiva. Todo eso lo dice con un IRS, el equivalente a la Agencia Tributaria, que parece un coro de hermanitas de la caridad si se compara con su homóloga española y con unos impuestos que, por comparación, convierten a Montoro en un bolchevique desalmado que pareciera desear sólo causar la ruina de las clases medias como paso previo a su exterminio en el gulag. Puede haber algunas diferencias en política exterior entre una Hillary Clinton sacando pecho frente a Putin –la fundación Clinton ha recibido un número bien elevado de millones de los nacionalistas ucranianos y tampoco es cuestión de no darles nada a cambio– y un Sanders más interesado, como la mayoría de los norteamericanos, en que se solventen los problemas nacionales antes de ponerse a arreglar los del resto del mundo. Sin embargo, la realidad de la política norteamericana es la descrita y explica de sobra los panoramas diferentes. Naturalmente, es para preguntarse por qué en España no existe un partido con una visión tan situada a la derecha como los demócratas norteamericanos.
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