César Vidal

Así es Turquía

La Razón
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Entre los países que conquistaron mi corazón hace años se encuentra Turquía. Amo las construcciones de Estambul, los lugares de culto de Konya, los restos helénicos de Éfeso y lamento casi cada día ser demasiado viejo para aprender el turco. Sin embargo, la fascinación que Turquía ejerce sobre mí no me ha cegado nunca ante su realidad. Hace ya un tiempo, expresé desde esta misma tribuna mi firme convicción de que Turquía ni podía ni debía entrar en la UE. Ni por geografía, ni por cultura, ni por Historia, pertenece Turquía a Europa y su ingreso sólo significaría un desastre cuyas últimas consecuencias intuía yo pavorosas. Aquel artículo motivó una más que comprensible protesta de una instancia diplomática que incluso llegaba a compararme con entidades que, por cortesía, prefiero ahora pasar por alto. El tiempo va dejando a las personas en su sitio y, en este caso concreto, me ha dado, lamentablemente, la razón. Hace apenas unos días, Turquía ha demostrado una vez más que no puede tener lugar alguno en el seno de la Unión Europea. Si el referéndum que convierte a Erdogan en un dictador maquillado, fue verdaderamente limpio ha quedado de manifiesto que la mayoría de la nación repudia valores democráticos que son esenciales para una Europa que desee conservar conquistas políticas conseguidas a un elevadísimo coste. Si, por el contrario, el resultado de las urnas fue fraudulento lo que resulta innegable es que ni Erdogan, ni su partido ni la parte nada desdeñable del pueblo turco que lo respalda pueden formar parte de esa UE que cree en la libertad y en los derechos humanos. No contemplo lo sucedido con agrado sino con honda preocupación. A pesar de que no creo en una Turquía europea profeso una honda admiración por Kemal y habría deseado que su revolución modernizadora y laica hubiera seguido avanzando. La realidad, sin embargo, es que la victoria plebiscitaria de Erdogan constituye el triunfo del islamismo, el final de la democracia y la continuación de un nuevo imperialismo entre cuyos objetivos se encuentran el descuartizamiento de naciones como Irak y Siria. Hubo algún político por tierras españolas que tiempo atrás soñó con una alianza de civilizaciones con Erdogan. También en ese caso ha vuelto a salir a la luz la insensatez de algunos y la lucidez de otros. Más vale que tengamos la honradez de reconocerlo.