Crisis del PSOE
Ay, Carmela
Miren, yo no sé Vds. pero lo que vimos ayer en la calle Ferraz de Madrid me ha dejado un mal cuerpo horroroso. Una sensación de que no depende sólo del PSOE que las cosas le vayan así, sino de que todos hemos contribuido de alguna u otra manera a este espectáculo lamentable. Los partidos tradicionales, los hegemónicos, los de siempre, se encargaron de cagarla de una manera mayúscula.
Llegó la calle, nos asustamos, los de la calle formaron una cosa nunca vista, un partido que no lo es, una cosa asamblearia, naif y al mismo tiempo férrea, antigua, pero dando la sensación de moderna, la gente harta los votó, se acabaron los conflictos en la calle y cuando ellos llegaron al Congreso de los Diputados se desató una tormenta.
Por cierto, se desató una tormenta sólo en un partido porque el otro, el PP, vive adormecido. Adormecido en su sueñecito de después de comer, plácidamente en su sillón de orejeras, con un jefe diésel, con una militancia que traga con todo, con todas las corrupciones posibles, cutres e indecentes y que piensa que más vale lo malo conocido que lo que esté por llegar. Al otro lado se encuentra el PSOE, también con varios cadáveres debajo de las alfombras y con una guerra interna que es una contienda civil. Pero lo peor de ayer, siendo todo muy malo, es la gente que estaba en la calle Ferraz.
Esos supuestos militantes que insultaron a un tipo al que los terroristas de ETA dejaron sin una pierna. Me parece casi pornográfico oír lo que le dicen a un tío que se dejó mucho más que una extremidad en aquel coche. Si eran militantes socialistas, es asqueroso, pero si no lo son, es peor. Nos define como una sociedad que ha perdido la educación más básica y el respeto por el dolor. Y ahora sigan con los improperios.
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