Atlético de Madrid
Baile de máscaras
Esa fiesta popular que «se celebra en los tres días que preceden al comienzo de la Cuaresma y consiste en mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos» es el carnaval. A una semana del comienzo, el Atlético, en Gijón, volvió a retrasar hasta la exasperación la retirada de la careta. Jugó los primeros 45 minutos sucumbiendo a la efervescencia del Sporting, sin más recurso que el patadón, náufrago en el centro del campo y con un preocupante y reiterado aspecto de equipo poco fiable. Quizá es un disfraz. A los 15 segundos de sacar de centro en el segundo tiempo, Carrasco hizo el 0-1 y tres minutos después empató Sergio Álvarez. Reacción de Simeone: menos fuegos artificiales y más diques en el centro del campo. Asegurada la zona ancha, Gameiro marcó tres tantos en cinco minutos (del 80 al 85) y El Molinón enterró la sardina.
El Atlético es equívoco, capaz de sorprender gratamente frente al Barcelona y desesperar a Job contra el Espanyol. Confunde más que esta frase tan repetida en facebook: «Busco a alguien que me haga el humor salvajemente, satisfaga mis fantasías textuales y lleguemos juntos al sarcasmo». El Madrid, con varios recambios en la alineación, no permitió ni una alegría al Espanyol, precisamente. No le impresionaron las máscaras de Piatti y de Hernán Pérez, ni la presencia de Diego López en la otra portería, menos aún las cabriolas de Jurado y la impotencia de Reyes; todos, ex. Zidane volvió a acordarse de Isco, que le agradeció la oportunidad con un recital sublimado por Kroos y enriquecido con la fuerza de los laterales, Carvajal y Nacho. El resto se acopló a la partitura y Morata y Bale, a sendos centros de Isco, iluminaron el partido de las rotaciones. El galés llegó y marcó. Apenas notó los casi tres meses de inactividad. Está pletórico. No necesita máscaras. Tampoco Cristiano Ronaldo, perfectamente acoplado al papel de coequipier. No es un disfraz, es un hecho.
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