Alfonso Ussía

Bautizo laico

Decían del panteón de Lenin en Moscú que era la Capilla Sixtina del proletariado. He tenido la fortuna de conocer los dos recintos y creo que lo del mausoleo de la momia es una exageración. La Capilla Sixtina es un prodigio y el mausoleo, una horterada. El comunismo odia a la Iglesia Católica, pero siempre que puede intenta copiar sus ritos y costumbres. Ante la momia del exterminador está terminantemente prohibido hablar y detenerse. Silencio religioso, profundo y devoto. Hay visitantes que se arrodillan ante el fiambre del camarada y se santiguan. Lenin viste mejor en invierno que en primavera, cuando le cambian el traje por un conjunto más liviano. Los zapatos son de carácter permanente, y según tengo entendido, también los calcetines. Cuando se abandona el mausoleo y se alcanza la hilera de tumbas de soviéticos ilustres en la muralla del Kremlyn, se tiene la sensación de haber asistido a una Misa laica, estado emocional que desaparece cuando uno se topa con la tumba del tío Pepe Stalin, aquel santo georgiano que se nos fue después de enviar por adelantado a los cielos decenas de millones de almas. «Mejor en el más allá que en mis campos de concentración», y los mataba, claro, con inmenso afecto y consideración.

En 1979 se presentó ante un Juzgado de Distrito, concretamente el de Buenavista de Madrid,un feliz matrimonio acompañado de su hija, que iba vestida de dulce, de Primera Comunión. Deseaban que su hija hiciera, ante el juez, su Primera Comunión Civil porque su militancia en el PCE les impedía una Primera Comunión católica. Habían preparado una gran fiesta para celebrar la laica Eucaristía, pero el juez los mandó a paseo. «Un juez fascista y perverso». Lógicamente. «No te preocupes, hija, que lo importante es la fiesta con los regalos. Además, hemos encargado una piñata rechupi, muy de izquierdas, pero rechupi».

Narraba Antonio Burgos en su precioso «Recuadro» sevillano que un diputado autonómico de Izquierda Unida desea reglamentar y legislar los «bautizos civiles» en Andalucía. Es decir, «yo te bautizo en el nombre de Carrillo, Gordillo y Willy Toledo». Sostiene el formidable imbécil que el bautizo es un acto social del que no debe privarse a los hijos de quienes no creen en Dios, ni en San Juan Bautista, ni en las aguas del Jordán. Que los laicos tienen el mismo derecho que los creyentes a bautizar a sus hijos, porque el bautizo es una celebración que no puede ceñirse exclusivamente a un sacramento cristiano. En el fondo son unos horteras, como el mausoleo del fundador, y lo que es peor, unos zotes y unos mostrencos. A este paso, van a pedir al juez de turno, en el trance agónico de sus vidas proletarias, solidarias y comprometidas, que les administre la extremaunción civil, que consistirá, con toda probabilidad, en propinarle al moribundo un par de soplamocos por majadero.

La única intención de este artículo es la de solicitar al diputado autonómico de Izquierda Unida, antes de conocer sus profundos argumentos a favor del bautismo laico, que nos explique el proceso ceremonial del mismo. ¿Cuál es el motivo del bautismo laico? ¿Quién lo oficia? ¿En que lugar se produce? ¿Cuál es su significado? ¿Se reduce su implantación en la sociedad a la fiesta posterior? En tal caso, no hace falta que hagan el ridículo. Visten al niño como más les guste, rocían su cabeza con un chorrito de agua con gas o sin gas, y todos a comer langostinos a costa de los ERE. Lo contrario sería como meterse en un laberinto sin salida. Vamos, vamos...