Toni Bolaño

Bono no pierde comba

Las dos últimas encuestas publicadas –CIS y El País– son benévolas con el PSOE. Si bien los socialistas no levantan cabeza, la distancia con el PP se recorta y Pérez Rubalcaba saca mejor nota que Rajoy, aunque también suspende. Con estos datos, alguien podría estar tentado en pensar que sólo con esperar las elecciones se podrían ganar si la crisis se acentúa, se alarga en el tiempo y se pone en el disparadero una demagogia barata para desgastar al Gobierno.

Sin embargo, esta hipótesis cae por su propio peso. Primero, porque sería triste y lamentable. Segundo, porque la situación para muchos sería insostenible. Tercero, porque la sangría de votos en las últimas convocatorias electorales pone en evidencia la debilidad de la alternativa. Y ganar desde la debilidad no tiene buenos presagios.

Los socialistas, hoy por hoy, se debaten entre la falta de alternativa económica –la socialdemocracia está ausente en toda Europa a pesar de los esfuerzos de Hollande– y la falta de alternativa al modelo de Estado –equidistante entre el unionismo del PP y el secesionismo de nacionalistas catalanes y vascos– y el sentimiento de culpabilidad en la gestión de la crisis que azota a la militancia y ha hecho «cabrear» a una buena parte del electorado progresista que opta por otras opciones o se queda en su casa.

La falta de liderazgo del secretario general del PSOE no ayuda. Alfredo Pérez Rubalcaba mantiene un tono que no augura ni tan siquiera una recuperación lenta. Que más del 80% de los ciudadanos no confíen en él no es más que la constatación de que el líder socialista no puede encabezar una alternativa de éxito frente a un PP incapaz de poner remedio a una situación cada vez más complicada.

Don Alfredo ganó el Congreso de Sevilla. Por los pelos. Desde entonces ha ido de fracaso en fracaso. Los más sonoros, Galicia y País Vasco. En Asturias salvó los muebles porque la derecha estaba a tortas y en Andalucía, Griñán le dio un balón de oxígeno, incluso contra su voluntad. En Cataluña, el secretario general se inhibió. Todo un ejemplo de liderazgo. El secretario general del PSOE «ni ni». Ni proyecto, ni alternativa, ni liderazgo.

La plataforma de Joan Mesquida es todo un síntoma. Es tal el clamor ante la ausencia de dirección política que el debate y las primarias son un proceso imparable aunque Rubalcaba se resista. El secretario general ha dado el visto bueno a la Plataforma Mesquida porque no le ponen en cuestión –no es un debate de nombres, dicen– y sabe que su amigo José Bono está animando el cotarro aunque lo niegue públicamente. Da la sensación de que el manchego no sabe qué hacer para no perder comba. La llaman la «tercera vía». No empezamos bien. La tercera vía tiene en el socialismo mal fario. La última tercera vía, la de Toni Blair, acabó como el rosario de la aurora.

Mientras tanto, Chacón gestiona sus tiempos. Dio la cara en Cataluña con un discurso claro y contundente que ponía de los nervios a los nacionalistas que la ponen a caer de un burro. La consideran su adversaria natural. Y la más peligrosa. Con Rubalcaba incluso negocian, al margen del PSC, un posible apoyo socialista a CiU. Acude donde la reclaman y va marcando su posición. No hace más movimientos para evitar suspicacias. Está convencida de que los militantes y simpatizantes tomarán la palabra. La incapacidad de la dirección será cuestionada y llegarán las primarias. Llegará su momento.