José Antonio Álvarez Gundín

Bote, gracias

Huele mal el asunto de las facturas falseadas que UGT endosó, presuntamente, a la Junta de Andalucía y al último Gobierno socialista. Según parece, no sólo las inflaba con la anuencia, de grado o forzada, de los proveedores; además, las cargaba a cuenta de los cursos para parados y de promoción de la mujer, cuando en realidad se trataba de gastos en manifestaciones y en suculentos banquetes de reafirmación obrera. Para nadie es un secreto que los diferentes gobiernos del PSOE, amén de alcaldías, diputaciones y autonomías del mismo signo, han nutrido la maquinaria sindical a través de intrincadas cañerías, muchas de ellas ocultas al control de los supervisores. CC OO y UGT nunca habrían podido organizar tantas huelgas y movilizaciones de no haber sido por este maná que llovía incesante sobre liberados y burócratas. Con las cuotas de sus afiliados, solamente, no les habría llegado ni para un relaxing bocata de calamares en la Plaza Mayor. Sin embargo, una cosa es aprovecharse de las subvenciones que con tanta largueza les han dispensado los gobernantes socialistas y otra muy distinta que, encima, las desviaran a otros fines, engordaran las cuantías y falsificaran los documentos acreditativos. Hasta disponían de un manual de instrucciones para gestionar el «bote» que factura a factura iban acumulando con gran contento. Aquí hay por lo menos tres delitos, además de financiación ilegal. Pero hay, sobre todo, un comportamiento indigno que humilla a los miles de trabajadores que aún confían, cada vez menos, en este sindicalismo. Ha llegado, por tanto, la hora de aplicar el modelo del PSOE a casos así: que Méndez comparezca en el Congreso, que se cree una comisión de investigación y que se destituya a los implicados. De pedir la dimisión de Méndez, que se encargue Rubalcaba.