Iñaki Zaragüeta
Caso extraño, el de Bankia
Hay algunas decisiones de los tribunales sorprendentes, especialmente si plasman diferencias de criterios en unos casos respecto a otros. Como componente esencial de un Estado de Derecho, junto al ejecutivo y al legislativo, la Justicia debería ser cuidadosa en extremo en sus dictámenes, más en estos tiempos de marejada procesal contra políticos y banqueros.
Esta vez me refiero al desconcierto que me ha causado la resolución respecto al tema de Bankia. Después del escándalo montado y el daño provocado a determinadas personas, la historia termina en la acusación por parte del fiscal de un solo delito con solicitud de cinco, cuatro y tres años de pena a sólo cuatro directivos. ¿Para este viaje eran necesarias esas casi letales alforjas? ¿Son lícitos estos excesos por utilizar la Justicia con fines mediáticos y políticos?
Ante la conclusión por parte del Ministerio Público de que no hubo falsedad contable y, por tanto, las cuentas están bien, mi amigo Rogelio se pregunta: «¿Cómo puede haber estafa a los inversores?» Más aún: «¿Por qué dejan fuera de cualquier sospecha al Banco de España y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, cuando están obligados a controlar y velar la actuación de las entidades bancarias?
A veces entran dudas, sobre todo si te guías por lo que cuentan los abogados, sobre que los fiscales y los jueces de instrucción avanzan a la apertura de juicio oral si los asuntos han adquirido tintes de escándalo público a través de los medios de comunicación. Como si hubiera una máxima: «Si son inocentes, ya absolverá el Tribunal correspondiente. Si culpables, ya condenará». Así es la vida.
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