Alfonso Ussía

Cero a la izquierda

Chiripas, el nuevo primer Ministro de Grecia, ha formado Gobierno. Ninguna mujer. Se trata de un Gobierno de izquierdas. Un Gobierno de igualdad y progresismo. Hay que interpretarlo con distancia. Chiripas respeta y valora tanto a la mujer que no desea involucrarla en la política. Puede ser una exigencia iraní, pero ese detalle nos está vedado a los que no pertenecemos a su círculo de amistades. Quizá algo sepa nuestro Coletas, al que tampoco intuyo excesivamente entregado a la igualdad. Las mujeres, o al menos una mujer, le ha proporcionado en las últimas semanas algún disgusto. Los griegos son históricamente machistas. Y es probable que Chiripas haya elegido a diez hombres para doblegar la resistencia de una mujer, Angela Merkel. Difícil señora, nada proclive a la humillación. La señora Merkel nació, creció y se formó en un régimen comunista. De ahí el recelo que no oculta hacia Chiripas. La Merkel se conoce al dedillo todos los trucos del sistema quebrado. Ya se lo ha dicho: -Podemos aplazar el pago, Chiripas, pero pagas-. Entonces Chiripas ha formado un Gobierno de hombres, como si ese pequeño detalle le ocasionara a la Mérkel sustos o quebrantos.

A las feministas españolas, muchas de ellas prisioneras del círculo sobre fondo morado, no les ha herido en exceso el machismo de Chiripas. Me las figuro alteradas y vociferantes, acampadas en los aledaños de La Moncloa, poco después de enterarse de la formación de un Gobierno liberal o conservador en España sin ninguna cartera ministerial encomendada a una mujer. Fascistas y machistas, dirían. Cavernícolas y retrógados, añadirían mientras dibujaban con las manos entrelazadas el signo del feminismo. Pero no. Restan mudas, calladas y prudentes. Todo menos criticar a Chiripas, que puede hacer lo que quiera porque ha ganado las elecciones. Los histerismos se guardan para los ámbitos domésticos.

En el fondo, el reparto igualitario entre hombres y mujeres es injusto. Un Gobierno formado exclusivamente por mujeres puede ser mejor que un gabinete compuesto sólo por hombres. Es la inteligencia y no el entrepernil lo que hay que valorar. En tal caso, se puede pensar que la victoria de Chiripas ha coincidido en Grecia con una generación de tontas. No entra en cabeza bien dispuesta que un Gobierno de izquierdas no encuentre a una sola mujer para desempeñar un cargo ministerial. Es de esperar que al menos, para vestir la mona, designe a una mujer para ocupar una subsecretaría o una dirección general. Porque Grecia será muy suya y muy particular, pero no tanto.

La mujer, intelectualmente, es superior al hombre. Y más constante en el trabajo. Y más inflexible con los errores de sus inmediatos colaboradores. Y más valiente. Y más intransigente con la desidia o la molicie. Por otra parte, por su condición de mujer, es infinitamente más intuitiva y larga. Cuando el hombre va, la mujer ya está de vuelta. Sucede que el hombre en pocas ocasiones se apercibe de ello, y así le va. Pero con independencia del inconmensurable valor de la mujer en todos los ámbitos y escenarios, está la obligación de la apariencia. Resulta deplorable que el Gobierno de una nación occidental en el siglo XXI no cuente con ninguna mujer ni para adornar la fotografía oficial. Las feministas españolas, tan amantes de las tiranías machistas de los Orientes próximo, medio y lejano, se han incapacitado a sí mismas para emitir protestas por asuntos sin importancia. Es durísimo, pero la izquierda radical y gorrona de Chiripas ha demostrado que la mujer en Grecia, al menos por ahora, es un cero a la izquierda. Como feminista, protesto y lo deploro.