Julián Cabrera

Complejos y equidistancias

Era cuestión de tiempo el resurgimiento del debate sobre las molestias aeroportuarias a propósito de la exquisitez europea por un quítame allá un frasco de colonia, un zapato de tacón, un arco de seguridad o un cacheo puntual. Europa, y en especial algunos de sus partidos con vocación de gobierno, no acaba de salir del bucle de la ya casi patológica tendencia a mantenerse en la equidistancia a la hora de definirse sobre cuestiones de primer orden, y el debate sobre el necesario incremento de medidas de seguridad para combatir mejor la amenaza del terrorismo yihadista ha evidenciado de nuevo el funambulismo entre libertades, privacidad y seguridad.

El brutal atentado de París ha lanzado sobre la mesa el debate sobre el incremento del control en el tránsito de pasajeros, o lo que es lo mismo, la disyuntiva entre algunas molestias añadidas o alguna cesión a la privacidad frente a una mayor seguridad contra la barbarie. Llama la atención que mientras en EE UU –nación hoy igual de libre que antes de los atentados de las Torres Gemelas que sepamos– nadie tuvo dudas en asumir concesiones en favor de una mayor seguridad, en Europa la izquierda ha bloqueado puntualmente en los últimos años –véanse las actas de la comisión de derechos civiles del Parlamento Europeo– cualquier norma sobre el control de pasajeros.

La equidistancia no exenta de complejos a la hora de agilizar medidas de control en la lucha antiterrorista se manifiesta ahora más que nunca en una Cámara europea donde especialmente ahora priman más que nunca junto a liberales garantistas e izquierdas los verdes y los «antisistema». Pues ya ven, ahora resulta que las elecciones europeas eran algo bastante más importante que una simple macroencuesta para medir el nivel de cabreo nacional.