Toni Bolaño
Con el culo al aire
Rajoy ha pedido «inteligencia y grandeza suficientes» y «generosidad, altura de miras y no tirarnos los trastos a la cabeza» a cuenta del techo de déficit autonómico. Sus palabras se dirigían a Monago (Extremadura) y González (Madrid) beligerantes con el déficit a la carta. Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP –nada más y nada menos–, se declaraba en rebeldía casi al mismo tiempo que Rajoy pedía inteligencia. No se ha dado por aludida. Es más, ha enmendado la plana al presidente afirmando que «el Gobierno no va a hacer» eso de beneficiar a unas comunidades para perjudicar a otras.
El debate promete porque Rajoy ha anunciado que hasta que Bruselas no certifique el nuevo techo de déficit las comunidades autónomas no tendrán asignado el suyo. Hasta junio no tendremos cifras –cuando acabe el Consejo Europeo– y hasta que llegue el día el terreno de juego seguirá abierto. Quién más, quién menos, aprovechará para arrimar el ascua a su sardina. Una décima de déficit es una pasta.
En Cataluña, más que en ningún sitio. Cristóbal Montoro dijo este fin de semana que estaba dispuesto a abrir la mano hasta el 2%. El consejero de Economía catalán, Andreu Mas-Colell, pide un poco más. Quiere llegar hasta el 2,1% y en paralelo anuncia que, a pesar del desahogo, recortes habrá y duros. Y aquí está el meollo de la cuestión. Los recortes son un regalo poco apetecible y ERC no está dispuesta a este «trágala». El líder republicano, Oriol Junqueras, no apoyará los presupuestos. Eso es tanto como enfrentarse a su base social. ERC firmó un pacto de estabilidad con CiU, pero eso es tanto como papel mojado. ERC no apoyará recortes aunque el techo de déficit suba al 2,1%. Los republicanos ya vieron cómo fueron criticados por apoyar al Gobierno en la supresión de la paga extra de los funcionarios. Como Santo Tomás, «una y no más».
Socialistas y populares se ofrecen para apoyar los grandes números. A cambio, piden un paso atrás en el soberanismo de Artur Mas que éste no está en condiciones de ofrecer. Rajoy ha movido pieza en Cataluña –también en Valencia, Baleares o Murcia– para flexibilizar el déficit, pero el esfuerzo puede ser baldío. El coronel Mas no tiene quién le apoye. Ni hoy ni mañana. Sus socios de ERC le han dejado en la estacada y con el culo al aire.
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