Julián Redondo
Con erre de «Reymar»
Según fuentes muy interesadas, la fascinación del Real Madrid por Neymar ha sido una pose; cierta, pero testimonial, a pesar de poner sobre la mesa 100 millones, consciente de que si en lugar de hacerle el reconocimiento en septiembre de 2011 hubiese entregado 10 «kilos» al progenitor, como hizo el Barça, hoy la historia se escribiría de otra manera. Seguro. Pero si un chaval de 21 años, papá desde los 19, es la sensación del fútbol mundial –el nuevo astro brasileño, a quien intentan situar en su país a la altura de Zico, Romario, Sócrates y hasta Pelé, los muy atrevidos– hay que estar en la puja. Los importantes, con los importantes; aunque esta tortilla haya dado más vueltas que Willy Fog. Cuando trascendió que el doctor Carlos Díez hizo el chequeo al muchacho en São Paulo, desde Barcelona dudaban de la profesionalidad del futbolista, un bala perdida, y no arrendaban las ganancias al Madrid. Le compadecían. Hasta que intervino Rosell, extendió un talón por diez millones y la bomba de relojería se convirtió por arte de birlibirloque en una bomba de precisión. «O nuevo Rei».
Hoy, en territorio azulgrana están como unas castañuelas y en el merengue han restado importancia al pisotón, como si hace dos años hubiese sido una equivocación el reconocimiento médico. Todos rectifican sobre la marcha y quien era calificaban poco menos que de casquivano y puterillo, hoy rezuma la calidad de Romario, Ronaldo –«El Gordito»–, Rivaldo y Ronaldinho. Y su nombre no empieza por ene sino por erre de «Reymar», hasta que coincida con Messi para que la erre sea de risa o de ruptura, como augura Cruyff.
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