Alfonso Merlos
Contabilidad naranja
Era hasta ahora conocida por los españoles la contabilidad en A y en B, la creativa, la positiva y la negativa, la que hacía referencia a un cuadro de ingresos y gastos del que se desprendían beneficios o pérdidas. Y aún después de tanta experiencia, hasta las revelaciones publicadas en los últimos días y horas por LA RAZÓN, ignorábamos la modalidad de la contabilidad naranja.
Es la que descubrimos a golpe de exclusiva, de filtración, de investigación, de presunta ilegalidad/irregularidad, de chapuza, de la mano de Ciudadanos. Ha aparecido quizá una pequeña punta de un iceberg de muy superiores dimensiones en Murcia, en La Rioja, en Andalucía. Pero seguimos en ascuas. A la expectativa o, en el lenguaje adoptado por los campeones de la regeneración democrática, a la espera de la rendición de cuentas. Y bastante tiene que aportar no sólo el indiscutible líder cesarista del nuevo partido centrista, sino su vicecónsul Villegas.
Al final, la gestión de una organización empresarial, en términos financieros, no debe ser muy diferente de la de una organización política. Y en ello estamos. En ser capaces de comprender de dónde ha sacado o está sacando los recursos el partido de Albert Rivera, y de esclarecer hacia dónde los ha vehiculado para su gasto o inversión. Es lo que, con mayor o menor «pressing» y fortuna, se les ha exigido a PP y PSOE durante décadas. Y lo que con mayor fundamento cabe demandarles a los redentores de la nueva España.
Ciudadanos, conocidos los documentos que conocemos, nos debe una explicación. Verdadera y rigurosa; inmediata, incondicional e irrestricta. O afronta esta crisis o su credibilidad se disolverá como lo hace un terrón de azúcar en una taza de café caliente.
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