Pedro Narváez

De Pe a pa

Los abajofirmantes, esa tribu de la impertinencia política, que parece la del Amazonas que hemos visto estos días, señores con taparrabos que no conciben que haya un mundo mas allá de su selva, han vuelto a descargar la mala conciencia que les provoca vivir bien como si fuera un pecado que tuvieran que expiar a costa de los demás, con lo fácil que sería que renunciaran a sus pertenencias y se hicieran un Jordi Pujol por lo legal, o un Podemos sin más. Ahora no duermen por los muertos en Gaza, cuando tal vez sus vecinos no tienen quién les cuide y mueren un segundo cada noche en esa soledad de los somníferos. En fin, cada cual es libre de torturar su conciencia y de autoinculparse en un auto de fe progresista. Lo malo, para ellos, es cuando opinar contra Israel les empaña el negocio. Que Penélope Cruz y su marido, Javier Bardem, hayan matizado después de las críticas y de los consejos de sus publicistas su indecente comunicado antisemita los hace aún más ruines. Si tenían claro que Israel es la mala de la película que lo mantengan hasta el final, que hagan un nuevo manifiesto que les consiga el Oscar a la impostura. Claro que algunos contratos de Hollywood los firman judíos. Es en Gaza donde no se puede disentir. Al otro lado hay un gran debate democrático sobre si su Ejército hace lo que debe. Ha quedado al descubierto de dónde viene el dinero con el que los Bardem sufren lo indecible por la sangre derramada, el horror sin fin de la guerra, que no deja indiferente a ningún bien nacido. Bardem pensó que Beverly Hills es como los Goya, donde los actores mean el territorio a los políticos. Pero allí les leen la cartilla de Pe a pa, y entonces se tragan su indignación. A eso se llama compromiso.