César Lumbreras

De vendimia

La Razón
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Recuerdo que en mi infancia y por las tierras de Avila íbamos a vendimiar durante las tardes de septiembre. Esta salida al campo a cortar los racimos coincidía con la reanudación del curso escolar en la segunda quincena de este mes, y, como sólo teníamos que acudir a la escuela por la mañana y todavía no había «deberes», disponíamos de unas horas libres para acudir a las viñas. Pero los tiempos cambian que es una barbaridad y, tal y como van las cosas, esa imagen, en ese mes, lleva camino de pasar a la historia. Si hay un sector agrícola en el que se esté notando de forma clara en España el cambio climático ese es el de la uva y el vino. Ignoro si se deberá sólo a este factor o a la confluencia de varios, pero la realidad es que el comienzo de la vendimia se ha ido adelantando poco a poco en estos últimos años. Durante el actual 2017 se han batido todas las marcas de «tempranez» y ¡a mediados de julio! ya se vendimiaba en las zonas más precoces como en Montilla Moriles. En estos momentos –finales de agosto– la tarea de cortar uva y llevarla a las bodegas se ha generalizado en la mayor parte de España y tan sólo falta por comenzar en dos de las Denominaciones de Origen emblemáticas, como son Ribera del Duero y Rioja. En la Mancha, que es la principal productora, se lleva mucho adelantado y en las dos semanas próximas se habrá terminado el grueso de la vendimia, quedando sólo las parcelas más retrasadas y las variedades más tardías. En líneas generales la cosecha de uva y la producción de vino van a ser cortas. La culpa es de la sequía de los últimos meses, a la que se han sumado las elevadas temperaturas que han adelantado el ciclo productivo. Dicho de otra manera, que el cambio climático está provocando no sólo adelantos en la vendimia, sino que se planten vides en zonas de más altitud y situadas más al norte. ¿Llegaremos a ver cepas y vino en Escocia, en lugar de «güisqui»?