Caso Marta del Castillo
Determinación, entereza... dignidad
Resulta difícil asomarse a los acuosos ojos de Eva Casanueva sin abandonarse al dolor que, ni a ella ni a su esposo, Antonio del Castillo los tumba. Se sabía de su entereza, pero, cuando te los encuentras de frente, sin filtros, lo mínimo es ofrecerles un aplauso en pie que nadie, ni ellos mismos, hubiese deseado ni dar ni recibir. Pero las ovaciones se sucedieron, tenía que suceder, era un imperativo moral ante lo que han/están viviendo con un coraje mayúsculo. Y sucedió varias veces, tantas como las que Antonio del Castillo reivindicaba justicia, en una intervención sin papeles, mirando de frente y por derecho a los que le escuchaban con un respeto emocionado no, lo siguiente. Eva Casanueva le miraba fijamente, a veces asentía, otras le sobrevenían algunas tímidas lágrimas, imperceptibles porque no se atrevían a recorrer sus mejillas, tantas veces ya mancilladas por el llanto.
El silencio y el respeto acompañaron al matrimonio. También la complicidad que se veía en los rostros de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría –sentada al lado de Eva Casanueva, a la que le apretó el brazo en algunos instantes en señal de apoyo–, el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, a la que alguna vez, o al menos así lo percibió quien esto escribe, contuvo la emoción cuando Antonio del Castillo contaba cómo alguna vez acompañó a los agentes en las pesquisas policiales.
Antes de su intervención, el vicesecretario de Política Autónoma y Local del PP, Javier Arenas, y la ministra de Sanidad, Ana Mato, se acercaron a la sede de LA RAZÓN para saludar al matrimonio. En la corriente de cariño no hubo intermitencias. Los políticos no son ajenos cuando la vida da un puñetazo en el estomágo tan seco que deja sin resuello a unos padres y a una sociedad que les tiende la mano. Esteban González Pons se despidió con afecto, ante un Antonio del Castillo y una Eva Casanueva a los que no les sobrepasa el cariño, aunque sí ser el centro de atención por vivir en primera persona unos hechos deleznables.
La presidente de la AVT, Ángeles Pedraza, Irene Villa y su madre, María Jesús González, saben mucho de la violencia y la crueldad extrema que está viviendo esta familia. Después de los años, ellas tampoco desisten de una lucha en la que hay que estar alerta todos los días, sin miedo y con tesón, y, ayer quisieron estar con ellos, discretamente, intercambiándose frases ajenos a lo que sucedía a su alrededor.
Los padres de Marta del Castillo también estuvieron arropados por tantos y tantos periodistas que se han interesado por su caso desde el minuto uno. Don Antonio lo agradeció explícitamente. Susanna Griso, que les ha entrevistado en numerosas ocasiones miraba al progenitor de la joven con una sonrisa –que a veces se tornaba en un gesto de gravedad con ternura–, asintiendo con la cabeza en numerosas ocasiones. También estaba su compañero en «Espejo Público» Alfonso Egea. Como dijo Alfonso Ussía, la visita de Antonio y Eva fue un honor para «LA RAZÓN». Y lo fue pero, insisto, tan hiriente por partir de un horror tan deleznable...
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