Ely del Valle
Don erre que erre
Hoy el Congreso de los Diputados se convertirá en un circo de dos pistas, una pequeñita en la que tres enviados de Artur Mas –que ha preferido quedarse en casa y dejar que sean otros los que lleven sus postulados a la sede de la soberanía nacional–, defenderán lo indefendible, y otro, ampliamente mayoritario que contestará con la única respuesta posible por mucho que la fecha elegida para trasladar al Parlamento la propuesta del referéndum independentista sea la del día de santa Concesa.
Ambos, unos y otros, conocen la munición del contrario y el resultado final del partido, así que para lo único que va a servir esta representación guionizada y sin posibilidad de sorpresa alguna es para que nos vuelvan a sacar en coplas allende nuestras fronteras y para que los derrotados se vuelquen, una vez más, en su mensaje victimista que es al que mejor provecho le sacan de cara a su electorado.
Ya lo dijo en su día un ilustre catalán, Santiago Rusiñol: la mayoría de las veces cuando un hombre pide justicia lo que quiere es que le den la razón. En esta ocasión, Mas ni siquiera ha tenido la valentía, como en su día hizo Ibarretxe, de acudir a que le den las calabazas en propia mano y dejará que sean sus pajes los que ilustren la fotografía del no, optando por seguir la sesión por Twitter.
Total, como dice José Mota, ir para ná, es tontería, y lo que vamos a ver y a escuchar hoy en el hemiciclo, gracias a que por una vez parece que hay consenso entre los partidos mayoritarios, está cantado por mucho que después el ínclito Mas se quede con el estribillo que mejor le cuadre para seguir con la estela del inolvidable Paco Martínez Soria en don Erre que erre.
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