José María Marco

El ángel exterminador

Unamuno gustaba de glosar una escena del «Quijote» en la que el hidalgo, hablando de San Diego Matamoros y de San Pablo dice de ellos que «conquistaron el cielo a fuerza de brazos, porque el cielo padece fuerza». Pablo Iglesias, el líder de Podemos, utilizó una expresión similar en su discurso del sábado, aunque, probablemente, con una referencia distinta: la de la tradición comunista, con Dolores Ibárruri, la Pasionaria, y Marx a la cabeza, para desde allí remontarse al asalto a los cielos de los Titanes en la antigua mitología griega. Nadie convencerá a los Sanchos de este mundo de que los cielos de Pablo Iglesias no son el presupuesto (nuestros políticos liberales utilizaban un término más castizo), que es desde se gobierna de verdad un país. Otros, más aficionados a lo épico y lo desorbitado, pensarán, como ese pequeño burgués que era Marx, en el incendio con el que los comunistas franceses estuvieron a punto de acabar con París bastante antes, y con más eficacia, que los nazis.

Como la asamblea de Podemos era un acto constituyente, hemos podido asistir al nacimiento de un nuevo partido político, y por tanto también a la plasmación de algo más importante aún que un programa, que es la forma en la que ese nuevo partido concibe la realidad. Desde este punto de vista, los integrantes de Podemos han estado a la altura de lo que plantearon desde el primer momento. No tienen miedo a las grandes palabras y, aunque de una forma más propia de la escuela o de la enseñanza media que de la auténtica universidad, recuperan una perspectiva política ambiciosa. Antes que atacar al nuevo partido, quizás fuera bueno que los demás intentaran también recuperar algo del significado profundo de la palabra política.

Por otro lado, el ligero matiz de moderación que se percibe en los planteamientos estratégicos, organizativos y programáticos parece deducirse de un cálculo realista acerca de su posible electorado. Este no es el del conjunto de los descontentos y los indignados, sino a la franja de izquierdas de este gran sector de la población española. Es posible que esto cambie, pero por el momento Podemos no se está centrando, muy relativamente, para desbordar al sistema. Se centra para competir con el PSOE. Y si el grupo deja atrás los resabios asamblearios –que siempre acaban igual, con la decisión de no asistir a clase–, Pablo Iglesias, que fundó el PSOE, tal vez haya renacido como su ángel exterminador. Las religiones políticas son así.