Alfonso Merlos

El batiburrillo

La Razón
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Pedro Sánchez no está perdiendo el tiempo. Se lo está haciendo perder a los españoles, que es algo distinto. Por una razón fundamental. No es otra que su incapacidad para aglutinar y ahormar un proyecto sólido y solvente con unos actores integradores, que avancen en armonía, que persigan los mismos objetivos, que crean en similares principios y valores, que contemplen un plan de acción fiable para un país que no puede permitirse el lujo de caer en el inmovilismo o el estancamiento, menos aún en el retroceso. De forma quizá previsible está tomando cuerpo el fracaso de un candidato cuya principal obsesión ha sido aislar y ningunear a un partido con casi siete millones y medio de votantes, negarle el pan y la sal a su líder, empujarle a la cuneta. Pero el resultado de esa estrategia simplona y dudosamente democrática es palpable: la conformación de un batiburrillo de partidos que se mezclan, contribuyen al barullo y generan la impresión de un gran embrollo del que el gran timonel socialista es incapaz de salir. Ahora resulta que el pacto con Ciudadanos está en riesgo, que Esquerra reitera que no hay nada que hablar, y que los podemitas con balcones al Atlántico presentan un documento por su cuenta y riesgo dejando en la estacada al cuestionado y orillado interlocutor Iglesias. ¡Todo en horas! En efecto, lo que queda a la vista de cuarenta y siete millones de compatriotas es lo que parece: la gran ensalada que intentan cocinar los chefs Hernando y Luena, una macedonia infumable, un revoltijo cuyos ingredientes presentan muy mal aspecto, el desorden. Digerir el cóctel que deriva de este experimento puede provocar terribles dolores. Hay tiempo para evitarlo.