Restringido
El déficit sigue ahí
El déficit público de 2015 cerrará en torno al 5% del PIB: es decir, España incumplirá por enésima vez sus compromisos de déficit con Bruselas, cifrados para ese año en el 4,2%. El PP, en contra de lo que suele afirmarse, no ha recortado el gasto tanto como debería para cuadrar las cuentas: sus tijeras apenas se concentraron en 2012, momento a partir del cual optó por congelar el gasto público y por esperar que la recuperación económica obrara el resto del milagro. Pero los panes y los peces no se han multiplicado al ritmo deseado, de manera que hoy el Estado acumula un descuadre fiscal de 50.000 millones de euros. Dado que deberíamos terminar 2016 con un déficit de 30.000 millones de euros, el próximo gobierno tendría que aprobar en diez meses recortes de 20.000 millones de euros: para que nos hagamos una idea, los tan «insoportables» recortes en Sanidad y Educación que han provocado las multitudinarias mareas multicolor durante los últimos años apenas ascendieron entre 2012 y 2014 a 11.000 millones de euros. A saber, sólo en 2016 deberíamos recortar el doble de lo que hemos recortado durante los últimos años en los servicios sociales. Por supuesto, del mismo modo que hemos incumplido el objetivo de déficit durante los últimos años, el pronóstico más verosímil para 2016 es que también lo incumplamos. Si Bruselas ha tragado hasta la fecha, ¿por qué no debería continuar tragando a partir de ahora? Sin embargo, existe un elemento diferencial que debe ser tenido en cuenta: una cosa es que Bruselas acepte que el déficit español se reduzca a un ritmo inferior al exigido y otra, muy distinta, que el déficit deje de reducirse y vuelva a aumentar a ritmos zapateriles. Y ésa es justo la cuestión: buena parte de los posibles gobiernos futuros de España no sólo se niegan a reducir el gasto, sino que aspiran a incrementarlo incluso a mayor ritmo que aquel al que prevén desvalijarnos fiscalmente los bolsillos. Al margen, pues, de los más inmediatos problemas de gobernabilidad, nuestro país puede enfrentarse a medio plazo a muchos más graves problemas de sostenibilidad fiscal: con uno de los déficits públicos más elevados de toda Europa y con una deuda estatal que ya alcanza el 100% del PIB, lo último que necesitamos son discursos syrizianos que aboguen por multiplicar el tamaño del Estado a costa de seguir hiperendeudando a los españoles. Cuando PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos despertaron, el déficit seguía ahí.
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