Sergio Alonso
El déficit y la Sanidad
Puede que, obnubilados como están en el endogámico y retroalimentado mundo sanitario en el que se mueven, los colegios profesionales sanitarios, las patronales farmacéuticas, los distribuidores y los laboratorios no estén prestando demasiada atención al enconado debate sobre la financiación pública en el que se encuentran inmersos estos días los presidentes autonómicos, sus consejerías de Hacienda y el Ministerio del ramo, con Cristóbal Montoro y Antonio Beteta a la cabeza. Sin embargo, sus representados se juegan mucho en el resultado final de esta pugna autonomista en la que brotan términos confusos como «financiación asimétrica» o déficit a la «carta». ¿De qué estamos hablando? ¿Qué importancia tiene el debate sobre los objetivos diferenciados de déficit para el sufrido y, a la vez, autárquico mundo sanitario? Pues la verdad es que mucha. Que a Cataluña, por ejemplo, se le permita más de un 2% o menos este año implicará una mayor o menor permisividad por parte de esta comunidad hacia los nuevos fármacos hospitalarios que están llegando al mercado. Que a Extremadura se le conceda sólo un 0,7% o menos supondrá algo parecido. Obviamente, la mayor manga ancha de Hacienda hacia comunidades grandes será buena para el sector, en la medida en que se topará con menos obstáculos este ejercicio para comercializar sus productos, cobrar las facturas pendientes o ver cumplida la esperanza de que no se ajusten aún más las plantillas. El mensaje de fondo de este debate es la importancia inusitada que la economía está jugando y va a jugar para la Sanidad en medio de la crisis. Hace años, los datos sobre demoras en los pagos de Farmaindustria y Fenin tenían poco impacto en la prensa especializada y eran prácticamente nulos en la prensa general. Hoy, son determinantes para evaluar por dónde irán los tiros de los ajustes autonómicos y para calibrar la solvencia de las regiones a la hora de pagar la Sanidad.
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