José Antonio Álvarez Gundín

El dilema de Zapatero

Aunque no revele graves secretos ni descifre claves ocultas, el relato que Zapatero presentó ayer de sus dos últimos años presidenciales («El dilema». Editorial Planeta) resulta muy esclarecedor sobre el oficio de gobernar en situación de emergencia. Al dirigente socialista le estalló en las manos la más grave crisis económica de la democracia cuando el tic tac agotó su cuenta atrás y Europa se enfrentaba al ataque demoledor de un Pearl Harbour financiero. A partir de ahí, el ex presidente se empleó a fondo en reparar los daños causados y en evitar que la Casa España se viniera abajo, como pronosticaban los mercados. Lo hizo, así lo confiesa, impulsado por un deber ético, por un fuerte sentido de la responsabilidad. Pudo haber tirado la toalla, como le imploraban desde su propio partido, y haber convocado elecciones anticipadamente, pero aguantó la tormenta por imperativo moral. No hay motivo alguno para dudar de su sinceridad. Al contrario, su modo de enfrentarse a la derrota es el de quien está en paz consigo mismo y sólo aspira a contar su versión de cómo sucedió. Más aún, sus reflexiones vienen a justificar, a veces de forma explícita, las posteriores reformas y ajustes de Mariano Rajoy. De hecho, el presidente del PP prolonga y profundiza el volantazo político que dio el dirigente socialista el 12 de mayo de 2010. La gran paradoja de Zapatero es que sus dos peores años como socialista fueron sus dos mejores años como presidente de Gobierno. Nadie sabe cómo le juzgará la historia (el presente no le es benévolo ni con los suyos), pero si alcanza la absolución será gracias a su actitud responsable en esos 600 días de vértigo que se abatieron sobre la economía española. Como capitán, dio lo mejor de sí mismo cuando sobrevino el naufragio.