Manuel Coma
El duelo de Tsipras
Es como en el salvaje oeste. A ver quién desenfunda antes, dispara primero y acierta. Las relaciones entre Grecia y la Unión Monetaria son enrevesadas, pero se reducen a «devolvednos la pasta o marchaos», como reza la portada de un semanario holandés. Tsipras no ha parado de decir cosas contradictorias durante años, aunque sólo fuera, y no era sólo por eso, porque su Coalición de la Izquierda Radical está formado por 13 partidos o grupúsculos y numerosas personalidades con principios y propósitos encontrados entre sí. Hay que tener en cuenta el muy difuminado hecho de que la Coalición no ha recibido el apoyo del 62% de los votantes, si bien varios de los partidos pequeños estaban dispuestos a la alianza parlamentaria. Los 149 escaños sobre 300 son debidos a la prima de 50 que la Constitución otorga a la lista mejor situada. Finalmente, se han ido con una escisión derechista de la derecha tradicional, nacionalistas y antieuropeos, decididos a volver al dracma, cuando a los votantes de Syriza se les prometió no abandonar el euro y menos la Unión Europea, a cuya salida se vería el país abocado si deja la moneda común.
Bruselas ha decidido no ser la primera en disparar y ha mostrado su diplomática satisfacción por las declaraciones del nuevo jefe de Gobierno a favor de mantenerse en el euro, mientras que éste exige hacer tabla rasa de todos los acuerdos por los que el país ha recibido una millonada, se dispone a cortar de raíz todo lo que suene a austeridad y a aumentar el gasto social con dinero que no tiene. La bolsa ha caído en barrena y el tipo de interés de la deuda se ha disparado, cosa que de inmediato es más bien hipotética, porque el país había conseguido, por fin, un superávit primario, es decir, más ingresos que gastos, dejando aparte el servicio de la deuda, por lo que ahora mismo no necesita emitir más. En todo caso, no podrá hacerlo, porque le resultará prohibitivo. Por otro lado, el dinero que le ha prestado la troika (FMI, UE y Banco Central Europeo), está a un tipo inferior al que paga Alemania por su deuda soberana. ¡Una prima de riesgo negativa! Algo bien difícil de mejorar. La retirada de depósitos en los bancos empezó ya antes de que se convocaran las elecciones sorpresa y la salida del euro implicaría el establecimiento de los corralitos a la Argentina: nadie podría retirar sus euros, que serían cambiados por la nueva moneda a tipos ruinosos para sus propietarios.
¿Creerá realmente Tsipras que le puede ganar el pulso a los socios europeos? De entrada ha escalado su osadía oponiéndose al establecimiento de nuevas sanciones contra Rusia por sus nuevas agresiones en el Este de Ucrania. La cosa ha quedado en que se siguen estudiando las sanciones, pero el desafío no es menor. Pararle los pies a Putin y mostrarle un mínimo de determinación es una necesidad de primer grado para Europa que se ha atado las manos vetando toda respuesta que huela a militar. Grecia es también miembro de OTAN. Si va a ser un correveidile de Moscú con todo lo que se diga en Bruselas, el país se convierte en algo peor que un peso muerto colgado del cuello.
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