Referéndum en Grecia

El fracaso de Tsipras sembraría aquí la duda sobre Podemos

La Razón
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Desde España se mira de reojo y con creciente preocupación la crisis griega. De su evolución están pendientes con inquietud el Gobierno, el mundo económico y toda la clase política. Hay motivos para ello. No sólo por la posibilidad de que el incendio en la acrópolis de Atenas se extienda al sur de Europa y nos afecte de lleno, saltándose los cortafuegos del BCE y de Bruselas, sino también porque Podemos, la fuerza política emergente en España, se presenta con unos planteamientos parecidos a Syriza, el partido hermano de Alexis Tsipras que ocupa el Gobierno y que ha metido a Grecia en un atolladero de difícil salida.

Puede que tuviera razones para luchar contra «el Gobierno de los banqueros» y para tratar de cortar la soga que le ponían al cuello los acreedores, pero ha sido incapaz de alcanzar en Bruselas un pacto razonable y ha obligado a romper abruptamente las negociaciones del rescate. Su ministro de Economía, el pintoresco Varufakis, ha sido el ariete en Europa de una política extremista y demagógica, culminada con la retadora consulta popular del domingo.

Este órdago ha conseguido empeorar las cosas, dividir al pueblo, fomentar el antieuropeísmo con proclamas callejeras y abocar a Grecia al abismo.Es deprimente ya ver a los atenienses haciendo cola ante los cajeros, ver la bolsa y los bancos cerrados, éstos sobreviviendo con un préstamos de emergencia del BCE, y a la gente preguntándose con angustia qué va a ser de sus ahorros o de su pensión.

No tardó la dirección de Podemos en expresar su solidaridad con el Gobierno de Tsipras y dar su particular interpretación de lo que pasa allí. Todo se debe, según el llamado Consejo Ciudadano, a «una operación de terrorismo financiero». Los culpables son el FMI, la señora Merkel y, por supuesto, el Gobierno español, que, con la exigencia de más recortes, han obligado a sus amigos griegos a esta salida heroica. Con independencia de interpretaciones interesadas y más o menos fundadas o descabelladas, lo cierto es que lo que pase en Grecia puede afectar al inmediato futuro electoral del partido de Pablo Iglesias.

Un fracaso sonado del Gobierno de Alexis Tsipras, con un rechazo popular a su política extraviada, haría pensar a no pocos votantes eventuales de Podemos que ése no es el buen camino. No digamos si se consuman la exclusión del euro y el aumento de la pobreza y el desamparo. Más de uno se aplica ya a estas horas en España el refrán que dice: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar».

Es normal que los avispados politólogos del nuevo partido den señales de inquietud y traten de culpar a los demás del fracaso de este experimento político. El contexto europeo es el que es. Si el experimento no da resultado en Grecia, ¿por qué va a dar resultado en España, en ese mismo contexto? Los dos espejos en los que se han mirado los dirigentes de Podemos, Venezuela y Grecia están rotos.