Política

Francisco Marhuenda

El Gobierno y el reto de las autonómicas

El Gobierno y el reto de las autonómicas
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Las encuestas electorales siempre son muy útiles porque marcan una tendencia. En los peores momentos de la crisis económica han mostrado, como es lógico, un retroceso del PP, pero en contrapartida siempre ha tenido una clara ventaja sobre el PSOE. Es normal que los españoles estén enfadados, sean o no votantes del PP, porque hemos sufrido la mayor crisis desde la posguerra y los sacrificios provocan una comprensible indignación. Lo sorprendente es que no se produjera. Desde el primer momento he tenido la convicción de que la seriedad y el rigor serían entendidos, porque también era evidente que de la crisis sólo se podía salir con esfuerzo, sacrificio y reformas. No había medidas milagrosas que permitieran en 2012 resolver los profundos problemas que afectaban a la economía española. No era fácil recuperar la credibilidad en los mercados internacionales, pero los exámenes se van superando con éxito, a pesar de los agoreros de la izquierda, y las expectativas son positivas.

Los críticos con el gobierno hacen un análisis que es tan sectario como inconsistente. Lo sorprendente es que incluso ven crisis en el seno del PP, que sólo existe en su imaginación, o que expresan un deseo que no responde a datos concretos. Rajoy ha tenido la suerte de contar con un partido que ha estado siempre a su lado, mientras que el PSOE se ha hundido gracias a su incapacidad de recuperar la credibilidad externa y el liderazgo interno. El balance de este Gobierno se hará el día que se celebren las elecciones y es un escenario que favorece a Rajoy. La ausencia de una alternativa sólida es, también, otra baza importante porque la opción de un gobierno de coalición formado por un PSOE débil, tal como muestran las encuestas, con el apoyo de IU y sus delirantes propuestas económicas y la fervorosa ayuda de las formaciones independentistas, ofrece un panorama para la credibilidad de nuestra economía fácilmente descriptible.

El contar con el gobierno de la mayor parte de las comunidades autónomas ha sido un factor muy importante para que Rajoy pudiera llevar a buen término su programa reformista. La estabilidad es un valor muy importante para los inversores, sean nacionales o extranjeros. España ha gozado de una sólida estabilidad en estos dos años. Por ello, el reto de las autonómicas y municipales es muy importante para el PP en clave de gobierno y de partido. La encuesta que publicamos hoy muestra un lógico retroceso del PP, aunque mantiene importantes comunidades autónomas con mayoría absoluta y en el resto sigue siendo, con diferencia, la fuerza más votada. Por tanto, ahora llega el momento de hacer política. Una vez cumplida, en gran medida, la agenda reformista es posible esforzarse en apoyar a los presidentes de las comunidades autónomas que necesitan gestos para mantener la mayoría absoluta. Es cierto que la recuperación económica permitirá que los votantes desencantados o enfadados entiendan que no había otro camino para sacar a España de la crisis, pero también es necesario impulsar actuaciones que mejoren las expectativas electorales y sirvan para que los habitantes de esas comunidades comprueben la sensibilidad del gobierno ante sus necesidades.

Madrid es clave para el PP, ya que tiene uno de sus graneros electorales más importantes. Ignacio González ha demostrado que es un gestor eficaz y un político serio. No hay que olvidar que esta comunidad es uno de los motores económicos de España. No hay duda de que debería ser una de las prioridades. La Comunidad Valenciana ha sufrido con gran dureza la crisis ya que ha visto recortados sus ingresos, al igual que el resto, de una forma tan extraordinaria como imprevisible. Fabra necesita el apoyo decidido del Gobierno. Bauzá en Baleares ha demostrado que es un gran presidente y una de las figuras con mayor futuro del PP. Cospedal en Castilla-La Mancha ha dado un vuelco. La lista de buenos presidentes como Monago, Valcárcel, Rudi, Sanz, Diego o Herrera refleja que el PP tiene capacidad para revalidar las mayorías absolutas en el momento en que la maquinaria del Gobierno y del partido se pongan en marcha.