Ramón Sarmiento

El gran guirigay

Entre griterío y confusión anda el significado de guirigay. Así lo registró en 1734 el Diccionario de Autoridades de la RAE. Y lo definió como «lenguaje oscuro, confuso y de dificultosa inteligencia». Era voz de uso común y familiar. Hoy sigue vigente; se utiliza coloquialmente para describir una situación como la siguiente: «¡Se ha montado un guirigay! En la reunión todos hablaban a la vez y gritaban desordenadamente. Nadie entendía nada». En efecto, la voz guirigay es la conversión en palabra de un ruido de la naturaleza imitada acústicamente. Los sonidos «guir-» o «guirg-» en palabras como guirigay aluden onomatopéyicamente al vocerío confuso que describen verbos como alborotar el avispero, el cotarro, el gallinero, el palomar; o armar la marimorena, un lío, la bronca; o montar bulla, un fregado, un belén, el numerito. Todo esto viene a cuento del gran guirigay al que estamos asistiendo. En la escena política, hay mucho griterío que aturde, y se multiplica el ruido mediático que atonta. No hay espacio ni tiempo para el pensamiento cabal ni para el debate razonado ni para la argumentación lógica. «A veces –como afirmó Benedicto XVI en la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (2013)– la voz discreta de la razón se ve sofocada por el ruido de tanta información». Abundan más los problemas que las soluciones, y la propaganda disfrazada de información aflora epidérmicamente en forma de odio entre las dos Españas. Como escribió Cervantes en «El Quijote», «quiero que veáis por vuestros ojos cómo se ha pasado aquí y ha trasladado entre nosotros la discordia del campo de Agramante». Se refiere a que la venta se había convertido en un campo de batalla en el que la confusión era tan grande que nadie sabía con quién luchaba, entre llantos, voces, gritos, confusiones, temores, sobresaltos, palos y desmayos. Todos se habían visto envueltos en la trifulca, como ahora. Así, pues, guirigay y campo de Agramante (personaje de «Orlando furioso») parecen dos palabras, una de uso coloquial y otra de uso culto, adecuadas para describir la situación por la que estamos atravesando.