José Luis Alvite

El insomnio de la muerte

El insomnio de la muerte
El insomnio de la muertelarazon

Lo dije con la misma indignación hace algún tiempo al lamentar la tibieza con la que muchos se enfrentan a la posterioridad judicial de los terroristas. Ni he cambiado mi opinión, ni me importa recordarlo: A veces la ley sólo es justa cuando por la prontitud de su ejecución, y por su contundencia, se parece algo a la venganza. Y me quedo tan ancho. Porque en la duda de que un pensamiento así perjudique mi moralidad, estoy seguro de que no se desacreditará al menos la dignidad de los muertos. No hay ningún contrasentido en la idea elemental de que con frecuencia nada perjudica tanto el imperio de la justicia como la irrupción extemporánea e interesada de la Ley. A veces se nos imponen normas que conculcan derechos con la falsa pretensión de preservarlos. Se nos pide un esfuerzo de moderación para superar los horrores causados por el terrorismo, pensando en reducir le brecha emocional arrastrada durante decenios, y se supone que además del perdón, esa actitud terapéutica ha de incluir el olvido. Nada se dice de que las deudas han de saldarlas quienes las contraen, no quienes sólo las padecen. Se considera reaccionario reclamar que quien pague por el asesinato sea el asesino, no el muerto. ¿Tiene algún sentido moral semejante actitud? ¿No recuerda ese indiscriminado sentido del perdón la perversa actitud de aquel obispo que proclamaba que el orgasmo sólo resulta edificante si no aparece asociado al placer? Personalmente no perdono a uno solo de esos jodidos terroristas y me horroriza que algún día se atrevan a robar para sus chicas las flores que aun honran en sus tumbas a nuestros muertos. En un arranque de tolerancia podría entender que saliesen de las cárceles, pero sólo en el caso de que lo hiciesen por la puerta del presidio que da al cementerio. Por eso me reitero en la idea de que los terroristas sólo habrán saldado sus deudas cuando a la cabrona de la muerte se le haya pasado el insomnio.