César Vidal
El legado de ZP
Fue una semana tras la primera victoria electoral de ZP. Un amigo del PSOE me dijo angustiado: «Va a ser un desastre. Zapatero no tiene ni idea. Lo mejor habría sido un resultado cambiado. Que el PP hubiera ganado sin mayoría absoluta y pactara y que a nosotros nos hubiera dado tiempo a que éste aprendiera algo...». El personaje era relevante y, en cierta medida, lo sigue siendo, pero lo más importante es que no se equivocó. ZP significó la aniquilación del PSOE, que, no sin dificultades, pasó del marxismo a la socialdemocracia en favor del desembarco de la ideología de género; de las cesiones delirantes a «lobbies» como el feminista, el gay y el nacionalista catalán; de la pulverización del pacto de la Transición; de la dictadura de lo políticamente correcto; del gasto descontrolado y de la utilización del aparato del Estado para perseguir, más o menos burdamente, a los disidentes. En ese proceso, lo que había sido la colosal corrupción del PSOE se transformó en algo muchísimo peor. Pasó a ser un cáncer que dañó gravísimamente la convivencia cívica y la prosperidad nacional, que corroyó al PSOE y que, finalmente, contagió no poco al PP, para sobrecogimiento de sus votantes. La crisis que provocó la necia política de ZP en 2007 –un año antes de que estallara la mundial y dos después de que algunos la anunciáramos– seguimos padeciéndola a día de hoy, pero lo mismo ha sucedido con su entronización de la ideología de género, su pactismo con ETA y su rendición ante las exigencias económicas del nacionalismo catalán. Todo ello por no hablar de un déficit que comenzó a dispararse con él y que nadie ha conseguido embridar desde entonces y de una deuda pública que, a día de hoy, es la peor que ha sufrido España desde hace más de un siglo. La herencia de ZP se yergue hoy sobre un PSOE desnortado que no ha sabido, por puro sectarismo, desprenderse de toda la inmensa inmundicia que arrojó sobre él; sobre un PP que ha perdido millones de votantes no por su política de ajustes, sino por todos los ajustes que debería haber realizado y que no ha hecho siguiendo servilmente la senda siniestra trazada por ZP; sobre un nacionalismo catalán que sueña con aquella época en que ZP estaba dispuesto a arruinar a regiones enteras para satisfacerlo y sobre un Podemos que contempla a ZP como su modelo. ¿Alcanzaremos algún día a sacudirnos el yugo de su legado?
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