Rosetta Forner

El lobo feroz

El cuento de Caperucita Roja nos habla de una niña y su encuentro con el lobo feroz, sinónimo de los PELIGROS que acechan en el mundo. Como «coach» soy consciente de lo importante que es asumir las riendas de la vida e integrar que las cosas no siempre son lo que parecen, de ahí la conveniencia de practicar el «enséñame la patita por debajo de la puerta». Las mujeres deben aprender a cuidar de sí mismas.

Los lobos, a veces, son hombres malvados, sin escrúpulos que se abren paso hasta el rincón más íntimo de la vida de una mujer cuando ésta es inmadura, y no ha aprendido a protegerse. La sociedad suele tratarlas como víctimas olvidando que también son responsables. Todos los adultos lo somos de los resultados que cosechamos. Todos contribuimos «por acción y por omisión». Asumir responsabilidades conlleva no fiarnos de nadie, ni depositar nuestra confianza sin haber indagado, hecho preguntas y rascado hasta dar con la verdad. En mis libros recalco que no hay que salir de casa sin haberse tomado cuarto y mitad de dignidad. La inmadurez, la baja autoestima suelen desembocar en «relaciones peligrosas» para la psique o la vida de la mujer, a veces, también para sus hijos. Un hombre que secuestra a un niño es un ser sin escrúpulos ni entrañas, y si es un bebé esto lo convierte en aprendiz de Herodes.

Pero un hombre no hace daño a un bebé porque sea hombre, lo hace porque su alma es malvada. Igual sucede con las mujeres, éstas no son mejores por ser madres, ya que la maternidad no conlleva el despertar de ninguna capacidad (aunque discrepen conmigo las feministas radicales). La capacidad de amar no pertenece al género sino al alma, lo mismo que la compasión, la empatía...

La madurez ha de servirnos para no relacionarnos con gente indeseable, y para no tener hijos con cualquiera. Pues un hombre machista, lo mismo que una mujer hembrista, suelen usar a los hijos como «carne de cañón» para castigar a la ex pareja sin importarles el daño que hacen a una criatura inocente. Secuestrar a un niño, no es una inocentada ni tiene perdón.