Toni Bolaño
El Robapalau
Millet y Montull siguen en la calle. Son ladrones confesos pero eso no ha sido suficiente para entrar en la cárcel. Han seguido tranquilamente desde el sofa de casa las noticias sobre el desfalco más escandaloso acaecido en Cataluña desde Banca Catalana. Artur Mas tampoco sabía nada de nada. Lo dijo en el Parlament. Las tribulaciones de los tesoreros de Convergencia no son cosas que merezcan su atención. Además, insistió, los tesoreros tienen más poder que el presidente del partido. Hacían y deshacían a su antojo.
De hecho, en el partido nacionalista nadie tenía conocimiento de nada. Sólo estaban interesados en saber si había pasta en la caja. Sólo querían saber si podían costearse las campañas electorales. Los precios estaban por las nubes. Es que eso de las campañas es un sinvivir. De cómo llegaba el dinero a la caja, desconocimiento absoluto. En temas de dinero, no es de clase preguntar. Los líderes nacionalistas sólo asumen en público que fue feo, poco ético y chusco, pactar con el Palau unos contratillos para fomentar el canto coral.
Ni siquiera sabe nada de nada, el secretario de inmigración. Àngel Colom fue a pedir un taloncito a Millet para pagar su desaguisado del Partit per la Independència. Se lo llevó crudo. Alguien le sugirió que fuera a ver a Millet. La pregunta es quién. Colom ya no se acuerda. ¡Una lastima la pérdida de memoria! La actual dirección del Palau -la Fundación y el Consorcio- se hacen los suecos. Quieren que Millet y Montull devuelvan lo robado. Pero como también son gente de clase no preguntan por el dinero de las comisiones. No quieren recuperarlo ni saber dónde a ido a parar.
La gente de clase, sobre todo, no se preocupa de la calderilla. El fiscal y el juez instructor –el último porque han pasado varios– dicen que Convergencia Democrática se embolsó algo más de seis millones. Al Consorcio y la Fundación esa minucia no les parece una cantidad respetable. Total, qué más dan unos seis millones de euros, más o menos, en un robo de tanta alcurnia. Es tanto como preocuparse por una anchoa en medio del océano.
Tendremos que esperar al juicio para saber quién es quién en este juego del Robapalau. No busquen sorpresas. Los malos son Millet y Montull. Si un tesorero es culpable, la responsabilidad será del tesorero. De nadie más. El resto son de clase. No preguntan. Ni siquiera el presidente de la Generalitat. Y encima, los tendremos que creer.
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