César Lumbreras

El «seny» y el «sentiment»

La Razón
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Es tan sólo un ejemplo. Pongamos, aunque es mucho poner, que, como resultado de las próximas elecciones catalanas, hay una declaración unilateral de independencia o se produce la secesión. Vendría a continuación el problema del reconocimiento jurídico de Cataluña por parte de los otros países como Estado independiente. Supongo que habría algunos que lo reconocerían y otros que no. Pongamos que Tailandia figura entre los que no están por la labor y que un catalán, que quiere ejercer como ciudadano del nuevo Estado, se presenta en el aeropuerto de Bangkok con un pasaporte catalán y que, al llegar a los controles correspondientes, las autoridades de inmigración no le dejan pasar. ¿Qué haría entonces, abdicaría de sus principios y sacaría el pasaporte español de la UE para poder entrar en este país? Es uno sólo de los múltiples ejemplos, y no el más importante, por supuesto, de lo que podría suceder. Lo que por tierras de Cataluña denominan «seny», que vendría a ser el sentido común, dice que nos encontramos ante un sinsentido mayúsculo. Y desde el punto de vista del análisis lógico sucede lo mismo. El problema radica en que en todo este lío mayúsculo la lógica y el «seny» parecen haber sucumbido al sentimiento o «sentiment» de una parte de los catalanes que no se sienten españoles y quieren la independencia. Y luchar contra los sentimientos es tarea ardua y compleja, porque es lo más alejado de la lógica y no se puede hacer desde esta última o desde el «seny». Analizar los motivos por los que se ha llegado a esta situación sería largo y complejo y, ahora, cuando acaba de iniciarse la campaña electoral, no parece el mejor momento. Qué hay un problema está claro. Los resultados de las elecciones nos dirán si se ha votado con el «seny» o con el «sentiment». ¡Ojalá sea con el primero!