El suicidio

Hablar del suicidio en España es todavía tabú por el temor a que su publicidad favorezca estas conductas en personas de riesgo, y también por el respeto y pudor que provoca tratar el tema en nuestra arraigada cultura cristiana. Pero los índices de suicidio permiten objetivar la situación, y son lo suficientemente elocuentes como para afrontar esta dolorosa realidad.

Según datos de la OMS y del INE, en 2017 se produjeron en España 10 suicidios al día (uno cada 2,5 horas), afectando más a varones que a mujeres (tres de cada cuatro), aumentando su riesgo con la edad, y prevaleciendo en varones de más de 79 años. Del total de suicidios cometidos, un 40% se producen de los 40 a 59 años, aunque ya se observa un acusado crecimiento del riesgo en edades tempranas. El número de fallecidos por suicidio, duplica a los causados por accidentes de tráfico, es diez veces mayor al producido por homicidios y multiplica por 70 (¡!) al provocado por violencia contra la mujer.

Que el suicidio sea la principal causa de muerte no natural en España, evidencia la dimensión del problema y otra realidad subyacente: el vacío existencial y la falta de sentido de la vida en el hombre contemporáneo.

La realidad expuesta, nos interpela a superar la resistencia a tratar el tema, y a plantear la elaboración del prometido Plan Nacional de Prevención del Suicidio, reclamado por la OMS y los expertos.