Alfonso Ussía

El vaticinado

En su admirable «Rol de Cornudos», Cela no incluye al «Cornudo vaticinado», también admitido por la ciencia de las astas como el «predicho», el «pronosticado», el «previsto», el «presagiado» y el «augurado». Es cabrón de futuro, de proximidad cronológica casi inmediata. Se caracteriza por ser millonario, de edad más que otoñal, y muy dado a la generosidad en los regalos, casi todos inmersos en el mundo del joyerío. Se ha operado para quitarse las arrugas y alguno se ha jugado el tipo alargándose el fuchingamen. Implantación capilar y cabello teñido. Berlusconi. En Italia son más crueles que en España con los cuernos, pero Berlusconi cuenta con multitudinarias complacencias. No obstante, hasta sus más fervorosos seguidores saben que don Silvio es un cornudo vaticinado sin vuelta de hoja. Sólo se discute si la cornamenta que va a adornar su cabeza tiende a bóvida o cérvida. El cornudo bovino, cuernos de toro, es más tosco y ordinario. Fiergründe, en su formidable estudio sobre las canciones tirolesas, apunta sin exceder el señalamiento que el «solista del grupo tirolés que canta en la fiestas del verano acostumbra a ser un desengañado del amor femenino». El tirolés cantor es cornudo bovino, muy mansote, muy de pasto asegurado y recelo de las vacas. Hay más grandeza en los cornudos cérvidos, que de menos a más, de acuerdo con el trabajo del científico Roger de la Vandome son los siguientes. «El cornudo rebeco, el cornudo corzo, el cornudo ciervo, el cornudo gamo y el cornudo alce». Para mí, que Berlusconi está programado para ocupar un lugar de preferencia entre los «cornudos alces» o «cabrones de ancha pala», que son los más prestigiosos entre los cabrones, ya sean de tradicional estadío o de vaticinio con resolución cercana. En los países nórdicos, existe un cornudo entre el gamo y el alce, el popular «cornudo reno», que se reúne en manadas para intercambiar opiniones y narraciones de desventuras.

Darío Menor, desde Roma, nos lo ha contado a los lectores de LA RAZÓN. La guapísima Francesca Pascale está a punto de conseguir el ansiado «sí» de Silvio Berlusconi para convertirse en su mujer. Tiene 48 años menos que él, y de ahí el vaticinio. Para mí, un alarde de virilidad, seguridad y potencia por parte de Berlusconi, y una demostración de amor sincero y desinteresado el de Francesca, que es todo dulzura, simpatía, belleza y sinceridad. Me extraña que una historia tan maravillosa de amor no se haya comentado en las tertulias de Tele-5, tan aficionadas a analizar con exquisita educación los promenores de otras parejas más o menos extravagantes.

No todos los cornudos, ya consagrados o vaticinados, pueden alcanzar la dignidad cabronil de alce. Los hay que prometen mucho y se quedan en cornudos rebecos, para vergüenza de sus familias. Porque el cornudo inevitable, y ya consumado e inalterable, no se puede modificar, y la graduación en el tamaño de los cuernos establece la importancia del personaje engañado. Mucho se espera siempre de Berlusconi, que tiene que ser un tipo simpático y seductor cimero, pero la diferencia de edad se me antoja excesiva, y mucho me temo que en pocos años la enamoradísima Francesca Pascale se va a quedar con el Milan, y lo que es más grave, con el delantero centro del Milan a expensas del cornudo vaticinado. De cualquier forma, muchas felicidades.