En tierra de nadie

Metieron a España en el hoyo y ellos mismos se hundieron en un lodazal del que no terminan de escapar. Los números cantan y desvelan tendencias peripatéticas. Ni siquiera los tradicionales votantes socialistas saben hacia dónde va el partido, ni por qué, ni quién debe liderar el proyecto. El futuro desde luego puede ser más negro, pero no es fácil.

Ya se sabe la teoría de Rubalcaba («a la derecha hay que debilitarla antes de que lleguen las elecciones»), pero es precisamente la izquierda la que se presenta ante el conjunto de la opinión pública dividida, aturdida, sin ningún otro plan a corto plazo salvo el de encabronar a los ciudadanos y «gamonalizar» España entera. (¡Qué irresponsables! ¡Qué obsesión con reeditar a la más mínima el coactivo y antidemocrático espíritu del 13M!).

Ya es triste que el PSOE sea incapaz de levantar cabeza después de haber lanzado durante dos años una furibunda y sostenida campaña para denunciar la demolición del Estado del Bienestar por el Gobierno del PP. Pero lo que revela el sondeo para LA RAZÓN es que los españoles no se chupan el dedo. Es más: que incluso los que en un momento determinado apostaron por Rubalcaba ahora están decepcionados o arrepentidos.

Probablemente se lo tengan merecido los jefes de la cosa en Ferraz. Porque son incapaces de entender que hay ciudadanos con vocación progresista que entienden que su líder no puede ser ni un joven inexperto, ni una señora de provincias sin instruir, ni una nueva rica que cambia de chaqueta cada dos por tres ni un cadáver que lleva treinta y pico años subido a un coche oficial. Están en tierra de nadie. ¿No se nota?