Violencia de género
Esa barbarie
En los sanfermines, «y valiéndose de su superioridad física y de la imposibilidad de la víctima para solicitar auxilio, llevaron a cabo varias agresiones sexuales mientras grababan los hechos. Finalmente le quitaron el móvil y abandonaron el lugar». Eran cinco. Cinco jóvenes con la convicción de que pueden divertirse a costa de acosar, violentar y robar a una mujer. Cinco valientes. Ahora están en la cárcel. Porque su sentimiento de impunidad hizo que dejaran constancia de su crimen. Y espero que pasen muchos días entre rejas y que prueben su propia medicina. Estos canallas me sacan lo peor, no puedo evitarlo. Dicen las estadísticas que en España cada siete horas una hembra humana (hay niñas y hasta abuelas) es violada. Es decir, no sólo acosada sexualmente sino penetrada sin su consentimiento. Y estos son sólo los casos denunciados. Otras miles de mujeres callan. Porque lo peor es que todavía, en estas sociedades patriarcales, se culpabiliza a las víctimas. Se piensa, y algunos se atreven a expresarlo, que algo habrá hecho ella: llevar mucho escote o minifalda, tontear... Pero, cuándo van a entender ciertos individuos que las mujeres se visten y actúan a su libre albedrío, sin afán de provocación a sus ojitos sucios.
Ciertos hombres, apoyados por esta cultura desalmada contra las féminas, consideran que estamos ahí para su regocijo. Porque ellos tienen el poder y podrán comprarnos. A la cárcel, cualquiera que exprese esa ideología ha de ir a prisión por apología del terror. No sólo las leyes, hay que cambiar las mentes. Hay que denunciar y no pasar ni una. El miedo, ese miedo que seguimos viviendo las mujeres por la noche en la calle, tienen que tenerlo los verdugos. Como es de justicia.
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