Luis Alejandre

España cíclica

Así encabeza Amando de Miguel un libro que editó en 1987 subtitulado «Ciclos económicos y generaciones demográficas en la sociedad española contemporánea».

En cierto sentido se preguntaba lo mismo que nos preguntamos hoy: ¿Estamos condenados a sufrir varias crisis en nuestra vida de las que no podemos huir? La crisis económica y social de la que a duras penas estamos saliendo, ¿podía haberse previsto y paliado? Nos contesta el conocido sociólogo que la idea primera de que la vida toda esta sometida a fluctuaciones armónicas es tan antigua como la cultura humana. No obstante, «lo asombroso es que, sumido el hombre en la naturaleza, no se haya percatado hasta más tarde de que también los acontecimientos humanos se pueden acoplar en series oscilantes, bien que sin conseguir la belleza de las regularidades astronómicas».

Creo conocer bien al profesor Amando de Miguel y su obra. Un grupo de militares y profesores universitarios hemos tenido la suerte de trabajar con él en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden) en varios ciclos referidos al conflicto y a los valores.

Sé que es una persona con un enorme respeto a lo que representan las Fuerzas Armadas y el código de conducta de sus miembros y reflexionar con él es una constante lección de sociología y lenguaje que enriquece a cualquiera. El Ceseden es uno de nuestros mejores «think tanks», limitada su «salida a la calle», no sé si por falta de capacidad de proyección, o porque la calle es mas receptiva a otro tipo de mensajes más frívolos y de menor profundidad.

Volviendo al libro, Miguel desarrolla la teoría de los ciclos económicos con especial alusión a la secuencia pendular española. Se detiene especialmente en la Restauración (1875-1884), el fin de la sociedad rural estacionaria, el Regeneracionismo y el fomento de la industria (1895-1930) y por último en los tiempos de la Autarquía y el Desarrollo en lo que llama «la otra historia del franquismo». Analiza primero a la sociedad española como población, acotando su dimensión a los periodos de existencia de datos de censo y estadísticos, fiables.

Se apoya en los conocidos trabajos de Schumpeter sobre la naturaleza cíclica de los fenómenos económicos, en los que deslinda tres clases de ciclos: los de onda larga (40 a 60 años), los de onda corta (8 a 10 años) y los extra cortos, que limita a 40 meses. Se detiene entre otros,en las teorías sobre ciclos de Wesley Mitchell y en las propias tesis de Menéndez Pidal sobre «la evolución vital de España».

Muy especialmente analiza los esquemas del ruso Kondraieff (1892-1938), el teórico que mejor analiza los ciclos de onda larga, y que asocia los tiempos de bonanza económica con momentos de fuerte tensión revolucionaria o bélica, tales como la Revolución Francesa, las guerras de Napoleón, de Crimea o de Secesión Norteamericana, la Franco Prusiana de 1870 , la Comuna de París, la Guerra de los Boers o la Primera Guerra Mundial. Si algo es resaltable en su discurso es su capacidad de prever: intuye con notoria aproximación la crisis mundial a la que lleva la Gran Depresión de los años 30. En esta capacidad de prever es donde considero fundamentales los estudios científicos que anticipen la aparición de las crisis a fin de paliar sus efectos, que inciden siempre en las clases menos privilegiadas.

Yo no hubiera mostrado mayor interés ni me hubiera sentido obligado a reflexionar sobre el tema –querido lector– sin un dato que aparece en la obra de Amando de Miguel.(Pag. 232). Trata de la relación de los ciclos cortos con las rítmicas oscilaciones de las manchas solares en períodos de 10-11 años, de acuerdo con una teoría que desarrolló el ruso Tchijusky pocos años después de acabada la Primera Guerra Mundial. El tema, dirá el autor, lo rebate con su universal autoridad Braudel, quien asegura que «nadie cree hoy seriamente en la conexión de los ciclos cortos con las manchas solares».

Pero lo cierto es que –escribirá De Miguel– vale la pena rescatar del olvido la sagaz intuición de Jose María Fontana sobre el carácter recurrente de las condiciones ambientales que actúan como telón de fondo de la historia colectiva de los españoles. Relaciona Fontana las crisis de 1868 –Revolución Gloriosa– o de 1936 –Guerra Civil– con sendas fases crecientes en la magnitud de las manchas solares. Y anticipa la fecha de 2004 como fecha de graves sucesos violentos. Repito: anticipa 2004. A lo que llama intuición Amando, lo llama José María Fontana hijo, estudio profundo, estadísticas, datos, más de 10.000 noticias climáticas relacionadas con pestes, sequias, cosechas, lluvias, realizados por su padre, el considerado iniciador del Paleoclima en España y en Europa.

Mi reflexión final deja una preocupación en el aire: ¿estamos sometidos inexorablemente a las crisis?; ¿las predicciones científicas pueden llegar a tiempo de paliar sus efectos negativos?