Iñaki Zaragüeta
Espinar, a la calle
Está tardando demasiado en presentar su dimisión y en retirarse de la primera línea pública. Ramón Espinar el especulador, como le ha llamado Cayo Lara, ex coordinador de Izquierda Unida, debería abandonar su escaño en el Senado. Si no lo hace por él, que lo haga por su padre, al que tan agradecido está. Cuanto más se empeñe en continuar, más se rebuscará en las circunstancias de su rentable operación (30.000 euros) apoyada financieramente, según él mismo, por su abuela, su madre y su padre, quien por aquel entonces era consejero de Caja Madrid, la entidad que le concedió el crédito a la Cooperativa Vitra, constructora de los pisos de referencia. ¡Ojo con eso!
Sé que la coherencia es la cualidad menos común entre las filas de Podemos. Sus dirigentes se erigen en azote implacable al menor indicio sobre personas de otros partidos. Por el contrario, miran hacia otro lado o defienden los demasiados ejemplos vergonzantes en sus filas: Iglesias y sus ayudas de Irán y Venezuela; Monedero con sus facturas sin pasar por Hacienda; Echenique y el contrato de su asistenta sin Seguridad Social; el concejal Andrés Bódalo y su condena a tres años y medio por pegar a un edil socialista en Jódar; el senador Josetxu Arrieta, detenido como «responsable político de ETA en Rentería» y condenado a seis años de cárcel por tenencia ilícita de armas; José Ramón Galindo, senador por Lanzarote y detenido en 2008 por tráfico de drogas.
Son unas pocas referencias de las muchas que tiene ya en su corta vida.
A partir de ahora ¿con qué derecho va a levantarse de su escaño, como ha hecho estos últimos tiempos, para criticar excesos de sus contrincantes? Por dignidad, a la calle. Así es la vida.
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