Enrique López

Estado de guerra

Hace unos días se ha difundido una encuesta cuyo resultado arrojaba la conclusión de que sólo dos de cada diez españoles estarían dispuestos a luchar por su país si estallara una guerra. En Europa el fantasma de la guerra parece estar desterrado, olvidando que a finales del siglo XX vivimos las atroces guerras de los Balcanes, y en la actualidad estamos asistiendo a una guerra de verdad en el territorio de Ucrania. Por si fuera poco, nos encontramos con la amenaza del denominado grupo terrorista Estado Islámico, que no es sólo una organización criminal, y cuyo principal objetivo es ocupar territorio y establecer el Califato para extender la ley islámica. El problema radica en entender lo que está pasando en el mundo islámico, y es que está enfrentado en una guerra religiosa interna –entre sunitas y chiitas–, muy similar a las guerras de religión que asolaban Europa durante el siglo XVI, y lo peor es que es una guerra que en Occidente no podemos ganar pero sí perder. Actuar contra el Estado Islámico exige, si se quiere actuar militarmente, muchos hombres y esfuerzo económico, y además requiere establecer unas peligrosas alianzas (armar a grupos chiitas, establecer relaciones con Irán a pesar de Israel, etc.) con las cuales se abre un futuro muy incierto en cuanto a la estabilidad; pero como siempre ha ocurrido en la historia esta estrategia la determinará el país más poderoso que en estos momentos es Estados Unidos. Ante esta situación lo que debemos tener claro es que parece que no contamos con la inmensa mayoría de la población para defender a nuestro país. Nos hemos vaciado de valores, y algunos piensan que todo se soluciona con el dialogo, y así comienzan las guerras. Lo ocurrido en Túnez no es un acto aislado, es la antesala de un gran problema.