Alfonso Ussía

Éxito descriptible

César González-Ruano aceptó la invitación del Alcalde de Guadalajara para dar una conferencia. El Alcalde, previsor, alquiló cien sillas supletorias a sumar a las fijas y estables del salón de actos. César era en aquellos momentos, junto a Pemán, Foxá y Pérez de Ayala, la estrella rutilante del viejo ABC, y el éxito de público estaba asegurado con su presencia. Cosas que pasan. Diez minutos antes de la hora prevista el salón se hallaba casi vacío. Tan sólo una decena de personas aguardaban la palabra de César. El salón estaba abarrotado de sillas vacías. Y González-Ruano, que se encontraba de buen humor porque había cobrado sus honorarios, le comentó al Alcalde: «Mi presencia en Guadalajara ha tenido un éxito descriptible». Con las conferencias hay que tener mucho cuidado. José María Pemán acudió a hablar en Calatayud, y el Alcalde se lo advirtió: «Por favor, don José María. Ni una mención ni una broma con "La Dolores". Aquí, en Calatayud, estamos hasta el gorro del pitorreo de la dichosa copla». Pemán, que no soportaba la censura, principió su conferencia de esta guisa: «Si vas a Calatayud/ pregunta por la Manuela,/ que es nieta de la Dolores/ y más puta que su abuela».

Lo de Pemán me divertía contarlo pero nada tiene que ver con este artículo. Sí, al contrario, lo de González-Ruano. El presidente de la Generalidad de Cataluña, el señor Mas, ha rendido visita a Bruselas para hablar de su plan independentista. Y no ha tenido éxito. De vivir en su ánimo el mismo sentido del humor que el de Ruano, habría definido su visita de «éxito descriptible». Ahí le han dicho que se deje de mandangas, y sólo puede presumir de haber sido recibido por la señora Androulla Vassilio, comisaria de Educación, y cuya fundamental labor en Bruselas no es otra que hacer caso a quienes no quieren recibir los demás. El anterior visitante recibido por la señora Vassilio fue el cantautor noruego Olaf Sorensen, a cuya inspiración se debe la bellísima balada «Oj, oj, oj», que trata del esfuerzo de un remero que atraviesa un fiordo en primavera para alcanzar la otra orilla y felicitar el cumpleaños a su amada. «Oj, oj, oj» es onomatopéyico y describe el desasosiego durante el duro bogar. El resumen de la visita del Muy Honorable a Bruselas se puede sintetizar en cuatro letras, es decir, «nada», si bien a los más optimistas les está permitido utilizar diez: «Nada de nada».

El propio Mas ha reconocido que su visita no debe de considerarse provechosa, y es que Cataluña no es Kósovo, ni España, una nación milenaria, nada tiene que ver con la Yugoslavia artificialmente reunida por Tito después de la Segunda Guerra Mundial. Ese catalanismo exacerbado, esa exageración identitaria de los separatistas catalanes, produce pasmo y asombro en Bruselas, y como allí no hay complejitos, se lo dicen y lo despachan con una facilidad envidiable.

Vettel es un alemán muy valioso. Ha ganado ya tres Campeonatos del Mundo de Fórmula-1 y casi siempre le moja la oreja a nuestro extraordinario Fernando Alonso. Los periodistas del motor no acostumbran a exhibir sus sentimientos o ideologías, por considerar que lo importante en una entrevista es lo que diga el entrevistado, en este caso, Vettel. Pero nuestro eximio reportero, antes de principiar con sus preguntas, empezó negando su condición de español y ensalzando su nacionalidad catalana. Y Vettel sonrió: «Claro, es como si uno de Baviera dice que no es alemán». Doblada y por detrás.

Otro éxito descriptible.