Cástor Díaz Barrado

Fuegos no artificiales

Es muy difícil conocer las causas y los motivos por los que, de vez en cuando, crece la tensión entre las dos Coreas. Los incidentes fronterizos y las malas relaciones políticas entre los dos estados son una muestra de que estamos ante un conflicto de naturaleza internacional que no ha sido resuelto. De manera esporádica, pero constante, se generan situaciones bélicas que, cada vez, asustan menos a la comunidad internacional o, al menos, esto parece. Todo se nos presenta, en ocasiones, como un juego y se podría llegar a pensar que el conflicto es la mera expresión de fuegos artificiales. Pero no es así. La situación en la península de Corea supone un peligro grave para la paz internacional e, infortunadamente, los enfrentamientos entre las dos Coreas podrían generar bastante inestabilidad en el plano internacional. La reunificación sería la solución, pero no es posible en el actual contexto. Los regímenes de Pionyang y Seúl son muy distantes en su visión de una Corea unida y en sus perspectivas de las relaciones internacionales. En nada se parecen las dos Coreas en la actualidad y todo hace pensar que, durante largo tiempo, nos será posible llegar a acuerdos básicos. El régimen que impera en Pionyang no favorece ningún tipo de cambio y las alianzas internaciones en relación con el conflicto de Corea no auguran una pronta solución a este conflicto. En el enfrentamiento entre las dos Coreas se reflejan las posiciones de las principales potencias militares, que son capaces de entenderse en lo económico pero que no comparten, sin embargo, los mismos valores en la escena internacional en lo que se refiere a la visión política. Estados Unidos, fiel aliado de Corea del Sur, hace bien en no permitir la expansión de Corea del Norte. China, que a duras penas sostiene el régimen de Corea del Norte, tendrá que decidir si es imprescindible mantener este apoyo en los términos actuales. Mientras tanto las dos Coreas se enfrentan mediante acusaciones verbales y llegan, incluso, a generar y provocar incidentes de carácter bélico. Todo parece controlado pero no es así. El uso de la fuerza en las relaciones internacionales, por menor que sea, crea siempre escenarios de enorme peligrosidad. La no resolución de conflictos o la solución equivocada de éstos pasa factura a la convivencia en la comunidad internacional. El conflicto en Corea hay que resolverlo y la solución debe venir de la mano de la actitud y el comportamiento de los actores principales de la sociedad internacional contemporánea. La cuestión de Corea nos conduce a un tema de responsabilidad y exigibilidad internacionales.