Gaspar Rosety
Futbolistas y mercancías
De un tiempo a esta parte, se viene especulando con distintas actitudes de los agentes sociales del fútbol acerca del control económico y financiero de los clubes y de la intervención de terceros, en este caso, empresas de crédito o fondos inversores. Desde unas instancias, se pretende su regulación, desde otras su protección y, desde la UEFA se habla de prohibición y hasta de exclusión de quienes persistan en su uso.
A este respecto, tan sólo cabe una postura y será la que el legislador del fútbol decida. Los inversores ven en el fútbol un negocio fácil, sin duda alguna, al tratarse de sociedades anónimas o clubes en grave riesgo financiero. Por lo tanto, tenderán siempre a aprovecharse de las situaciones de debilidad de éstos.
Por otra parte, el club juega con los derechos económicos, derivados de los derechos federativos, inherentes a la persona que practica el fútbol y pone a disposición del club la inscripción de su licencia.
El futbolista suele ser desconocedor de los acuerdos entre los propietarios de sus derechos económicos hasta el punto de ignorar a quién pertenece. No se trata de que la persona afectada deba prestar su consentimiento sino que no se requiere ni tan siquiera que sea informado. Han sido muchos los que se han enterado por el periódico del nombre de la empresa a la que pertenecían y que, en un momento dado, podría exigir su traspaso.
La ausencia de crédito de las entidades bancarias no puede llevar al fútbol al abismo de un negocio en el que sólo gana el inversor. El futbolista, como mercancía esclavista, no cabe en nuestros días.
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